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¡Hágase!


«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»
. (Lc 1,26-38).

“Hoy Inmaculada Concepción: Dios es el padre a quien se debe la constitución del mundo; y María es la madre a quien se debe su restauración. Pues Dios engendró a aquel por quien todo fue hecho; y María dio a luz a aquel por quien todo fue salvado”, (San Anselmo)

María es elegida por Dios, llena de su gracia. La iniciativa la lleva Dios. La respuesta es de María. El proyecto de Dios comienza con una 'alégrate' y termina con un 'hágase' de María. Es un profundo diálogo de amor. Su gracia es la que vence el imposible.

Alegrémonos juntos porque como a María, a nosotros también se nos anuncia que el Señor está a nuestro lado. Hay razones para la alegría profunda porque estamos acompañados por un amor que se compromete. Los límites nuestros no son un obstáculo para ser amados. Al revés nuestra vulnerabilidad acerca el amor de Dios al extremo. Nos pregunta cómo a María si nos dejamos amar. Y nuestra respuesta junto a ella es:¡Hágase!

La alegría de Dios dio comienzo a todo en María, se convierte en señal de identidad de lo que hacemos y somos. 

ALEGRÍA

La alegría es tu propuesta.

Alegría de la sorpresa de encontrarte como María. 

Alegría de saber que para Ti no hay nada imposible. 

Alegría de una historia maravillosa por vivir a tu lado. 

Alegría de saber que mi historia siempre es tu historia. 

Alegría de anunciarte cada día como amigo.

Alegría de servir con la misma generosidad con que Tú nos amas.

Alegría de salir a los caminos sin miedo a buscarte y anunciarte al mismo tiempo. 

Alegría del silencio cómplice de una amistad verdadera y profunda. 

Alegría esperar la verdad de tu promesa.

Alegría de gozar de tu fidelidad eterna. 

Alegría de responder ‘hágase’ a tu propuesta.

(David Oliver, carmelita)  

 

En un mundo donde tenemos exigencias tan altas para vivir, donde la sociedad es una jungla y uno tiene que estar permanentemente exigiéndose para poder manejarse en la vida, María con su "hágase" dice: “yo no puedo, no me basto, soy una simple criatura; por lo tanto, hazlo Tú”.

Vivir cada día lo que nos sucede con humildad y alegría, como la Virgen, libres de nosotros mismos, con la mirada puesta en Dios y en el prójimo que encontramos, sabiendo que Dios nos espera en la pequeñez de Nazaret.

María es un desafío a formas y fondo. Es la mujer de la acogida frente a la indiferencia. La joven de la alegría y de la gracia, frente al desánimo y al merecimiento. La virgen de la turbación y del hágase frente a la conformismo y el dominio.

¡Ave María! ¡La palabra “Sí” que dijiste lo cambió todo! ¡Nos movió de la muerte a la vida, del mal al bien, de la tristeza a la alegría! ¡Oh Madre de Dios, estamos dispuestos a decir “Sí” como tú, a cada buena noticia del cielo! Infunde en nuestros corazones fe, confianza y sabiduría, para que recibamos al Emmanuel, Dios con nosotros, el Niño de la Paz. Amén

Mujer

La mujer valiente
aceptó el riesgo,
confió sin pruebas
cantó el Magníficat.

La mujer fuerte
se echó al camino
alumbró en tinieblas,
protegió la Vida.

La mujer sabia
llevó a Dios en su vientre
guardó la palabra,
acogió el misterio.

La mujer buena
eligió el bien,
amó, aun rompiéndose por ello
esperó más allá de la muerte.

Tu audacia aquieta hoy nuestras tormentas.
Tu fuerza nos alienta en la fatiga.
Tu sabiduría nos enseña hacia dónde mirar
y tu bondad envuelve nuestra inquietud.
Madre tan humana, tan nuestra,
tan plena…
…ruega por nosotros.

(José María R. Olaizola, sj)


 

 

 

 

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