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Las pequeñas cosas

 


"Has sido fiel en lo poco, 
pasa al banquete de tu señor" 
 (Mt 25, 14-30)

“Conócete, acéptate y supérate. Debes vaciarte de aquello de lo que estás lleno para que puedas ser llenado de aquello de lo que estás vacío” (San Agustín)

El hombre que se va de viaje deja al cargo de sus bienes a tres siervos. Los dos primeros negocian. El tercero lo entierra. Dos actitudes ante los dones recibidos. Unos los multiplican mostrando así fidelidad. Otro, lo escondió revelando su negligencia. ¿Fe o miedo?

 “A cada uno según su capacidad”.  Dios no deja a nadie sin talentos, pero esos talentos son reflejo de su amor personal por cada uno de nosotros. En nuestras manos está trabajarlos para que den fruto abundante. El Señor nos da a todos unos dones, unos talentos, unas posibilidades y cualidades. Él confía plenamente en nosotros, sabe de nuestras capacidades para ponerlos en juego, para sacarles partido. Tenemos que hacerlo, no podemos quedarnos quietos, fuera el miedo.

"Al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene." Todos tenemos talentos, es la actitud con la que los usamos lo que nos hace diferentes. Unos los comparten y crecen. Otros los entierran y se pierden. No tengamos miedo de arriesgar, de entregar la vida, de ponerla en sus manos, de confiar en Él.

¡Nunca olvidemos, lo que somos realmente: imagen y semejanza de Dios!  Si a alguien se le olvida, vive de tal manera, que se lo hagas recordar. De allí brotan los verdaderos talentos.

La fidelidad en las cosas pequeñas es lo que merece entrar al banquete del Señor. Nos parece, con frecuencia, que las cosas importantes se juegan en los acontecimientos importantes y en las decisiones importantes. No. No es así. Las pequeñas cosas son grandes a los ojos de Dios.

Gracias porque nos quieres activos, colaboradores en la llegada del reino. Tú lo diste todo en la persona de Jesús. Ahora nos toca a nosotros ser responsables de los talentos que nos das para el bien de todos.


 

 

 

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