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Si quieres

 


«Señor, si quieres, puedes limpiarme».
 
(Mt 8,1-4).

Vivir siempre mancha. Nos manchamos por el sufrimiento propio y de los demás. Nos ensucia la maldad, el miedo, la desconfianza, desde nuestros orígenes. Adán y Eva discutieron y se culpabilizaron. Caín mató a su hermano Abel. Toda la tierra se ve envuelta en conflictos e injusticias. Nuestra esperanza es que creemos en un Dios que al pedirle se acerca a la humanidad herida y nos socorre, nos limpia, nos sana, nos da vida eterna. Y nos envía a colaborar con él.


"Si quieres, puedes limpiarme".
Un Dios que respeta tu voluntad, tu libertad, tu proceso personal... pero necesita de tu permiso para transformar tu vida. ¿Le dejas?

Jesús continúa pasando a nuestro lado y espera la misma petición: «Señor, si quieres…» porque desea la salvación de aquel que sufre en el cuerpo y la de aquel que tiene el alma enferma

 

 

"Señor, si quieres, puedes limpiarme… y lo tocó" Digámosle tú y yo también:  

"Señor, si quieres, hazme santo... ¿Quieres que sea santo? ¡Sé que quieres! Y, si Tú lo quieres, y lo quiero yo, ¿por qué no me tocas, como al leproso, y me santificas?"

Señor ten piedad de mí límpiame, purifícame de toda culpa, revísteme de tu santidad, para que siempre esté dispuesto a seguirte a todas partes, dando testimonio de la alegría con la que colmas a los que acogen tu misericordia.


Para que Dios actúe en nosotros, lo primero que debemos hacer es pedirlo. Tenemos que tener una disposición interior a recibir su acción en nosotros. La fe se hace vida cuando nos disponemos a caminar con él y aceptar el camino.

Si quieres, Señor, puedes purificarnos... de nuestra desmesurada búsqueda de comodidad y "bienestar"; de nuestros horizontes chatos; de nuestra mirada miope que incluye a los nuestros y deja al margen a tantos... Si quieres,
Señor, puedes purificarnos... de los prejuicios con que reducimos a los demás por miedo de la violencia con la que nos tratamos, de la indiferencia incluso con los más cercanos...  Si quieres, Señor, puedes purificarnos... de nuestras hipocresías, de nuestros cansancios y desencantos, de vivir como si no existieras, de buscar sólo tus regalos y olvidarnos de Ti... Si quieres Señor, puedes purificarnos...de nuestras faltas de confianza,de nuestras inseguridades,de nuestro regateo de amor.  Si quieres, Señor, puedes llenarnos de tu compasión, despertarnos tus sueños, fascinarnos con tu persona y con tu mensaje, tomarnos el corazón para la construcción de tu Reino, hacernos disponibles a tu llamada.
 

 
 


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