Un signo

 


"Ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás"
(Lc 11,29-32)

Hay personas que acogen la palabra de los demás y su vida aprende, evoluciona y cambia. Hay personas que, afianzadas en sí mismas, son impermeables a lo que digan los demás. El gran regalo del diálogo es su capacidad de modificar y transformar a los que dialogan. Ojalá que tengamos los ojos y el corazón abiertos para acoger toda la vida y la verdad que llega a través de otros.

«Esta generación es una generación perversa» Vivimos un tiempo donde es más cómodo hacer lo que nos apetece en cada momento sin importarnos el hermano, que luchar por lo que lleva esfuerzo y transformación interior. Siempre nos queda la esperanza de ver el signo de salvación.

Generación que pide un signo, que busca seguridades, que renuncia a buscar al verdadero Dios. Sin embargo, Dios, por su cuenta le dará un signo anticipado en el signo de Jonás. El signo que Dios nos da es a su propio Hijo: Jesucristo. Todo lo demás son signos humanos e idolatría.

Los signos son expresiones de una realidad. Es necesario saber entenderlos para interpretarlos. Vivimos rodeados de ellos. Pero sí no aprendemos a leerlos nada nos pueden enseñar. Dios se comunica de esta forma y nos invita a descubrirlo en ellos. Aprendamos a leerlo.

La caravana de refugiados que abandonan sus pueblos en busca de una vida mejor es un signo de los tiempos. La insistencia del papa Francisco en que «Llevemos adelante la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte», es otro signo de los tiempos. Dios te regala una señal siempre nueva: Jesús. Todo lo de Jesús es vital: su forma de tratar a los pobres, sus gestos, su coherencia, su entrega total.


«Donde tú estás Jesús, siempre hay vida. 
Tú eres la respuesta a nuestras necesidades más profundas. 
Tú estás presente en nuestra tarea misionera.»

La sabiduría de la Cruz es mayor que la de Salomón. El Misterio Pascual de Jesucristo, su muerte y su resurrección, es el signo definitivo del amor de Dios. Una invitación constante a nuestra conversión.

"La cruz es la revelación definitiva del amor 
y de la misericordia divina también para nosotros, 
hombres y mujeres de nuestra época".

Se necesitan cristianos valientes, comprometidos. Que sepan ofrecer la alegría del Evangelio en nuestro mundo.

Conversión

Señor, pronuncio nombres
que en mí no se han convertido
en tu imagen,
cargo golpes
que en mí no se han convertido
en tu ternura,
me escuecen insultos
que en mí no se han convertido
en tu humildad,
me cercan situaciones
que en mí no se han convertido
en tu esperanza.

Conviérteme, Señor,
en tu imagen,
tu ternura,
tu humildad,
tu esperanza.

¡Conviérteme, Señor, en ti!


(Benjamín González Buelta, sj)


 

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