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«¿Qué deseas?»

 


"El que quiera ser grande entre vosotros, 
que sea vuestro servidor." 
 (Mt 20,17-28)

Cuaresma es tiempo de redescubrir que podemos aportar alivio, luz, compañía, ...., lo que somos, somos obsequio para nuestros hermanos. El camino de la Cuaresma se inicia de pie el miércoles de ceniza y se termina en el suelo, lavando los pies como quién sirve.

El evangelio de hoy nos presenta un diálogo entre Jesús y la madre de los Zebedeos y una enseña sobre la autoridad. En el diálogo la petición que se le hace a Jesús expresa el deseo más entrañable de una madre, y Jesús no les niega el que puedan participar de su Bautismo y que puedan beber su Copa. Pero el lugar junto a él le corresponde al Padre. Tras el diálogo, Jesús vuelve a insistir sobre la autoridad del servicio dentro de la comunidad.

Jesús establece un orden nuevo en la escala de conquistas. Quienes buscan un sillón para mandar, antes deben beber el cáliz de la entrega. Quienes entienden la autoridad como poder, deben aprender a servir y no oprimir. Quien quiera ser grande será el esclavo de todos

Los deseos de triunfar en la vida, de anhelar éxitos, afecto, valoraciones, nos constituye. Nadie desea ni el fracaso, ni la soledad, ni el rechazo. Jesús tampoco. Pero su grandeza reside en no dejar nunca de amar y perdonar. Sus verdugos no lograron arrancarle ni el vivir unido al Padre, ni el perdón compasivo de su corazón. Eso es triunfar, eso es ser grande, eso es vivir resucitado.

¿Cuáles son tus referentes en la vida? ¿La fama, el dinero? La grandeza no consiste en tener, sino en servir. El Señor nos lo deja muy claro: en este mundo tan competitivo, que sólo premia a los primeros, Él nos enseña que lo decisivo en la vida es servir y hacerse esclavo de los demás. Todo lo demás es medrar para nada y quedar en  el éxito vano. Sólo triunfa el amor que se da.

«¿Qué deseas?» Deseo que cada día pueda descubrir tu rostro en los demás y servirte siendo y viviendo con ellos. Deseo la felicidad para los que lloran por no sentirla, para los que la buscan sin descanso y no te conocen.

«¿Qué deseas?» Señor, haz que mis deseos se hagan realidad y que Tú estés siempre en todos ellos. 

«El que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo» La vida se vive desde el servicio a los demás. Desde nuestra casa al mundo. No podemos ser servidores si vivimos como si fuésemos el centro del mundo. Mostremos sólo un rostro: el de la caridad en la justicia.

Actúa en nosotros, Espíritu de amor. Envíanos tu fuerza para ser testigos del Evangelio en el mundo de hoy.
Quiero, Señor, que mi oración en este día me lleve a una actitud de humildad y de servicio desinteresado a mis hermanos.
Si Tú, siendo Dios, no has querido venir a este mundo para ser servido sino para servir a otros.
¿Cómo puedo yo tener tanta cara que piense en otra cosa?
Yo quiero ser tu discípulo, yo quiero vivir aprendiendo siempre de Ti.
Y te suplico que en la oración de este día aprenda esta hermosa lección: mi vida sólo tiene sentido sirviendo a los demás.
Jesús mío: ayúdame a esparcir fragancia dondequiera que vaya; inunda mi alma con tu espíritu y tu vida, penetra todo mi ser y toma de él posesión, de tal manera que mi vida no sea en adelante sino una irradiación de la tuya.
Quédate conmigo. Así podré convertirme en luz para los otros.
Esa luz, o Jesús, vendrá toda de ti; ni uno solo de sus rayos, será mío. Déjame predicar tu nombre sin palabras… con la fuerza evidente del amor que mi corazón siente por ti.

 
 

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