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De la mano

 

"Él lo sacó de la aldea llevándolo de la mano, 
le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: «¿Ves algo?»".
 Mc 8,22-26

A Jesús le llevan un ciego. La iniciativa es de otros. Él se deja llevar e interviene cuando se le pregunta. Su primera visión no es clara, después verá bien. Ser conscientes de nuestras cegueras. De la necesidad de ser curados. De nuestras resistencias para ver.

Jesús que es la luz ante uno que no ve. Se lo presentan y él actúa. Resulta inesperado el procedimiento usado por Jesús: Jesús coge a un ciego le saco de la aldea y “llevándolo de la mano”, lo unto con saliva en los ojos, recupera la visión gradualmente. Lo cura, le abre los ojos, ve, algo ha cambiado para siempre, se ha llenado su vida de luz, no es el mismo, está con Jesús, su visión cambia, primero ve hombres que parecen árboles, luego ve con claridad. La fe en Jesús pasa por un proceso semejante.

Nos alejas de quien hace daño. Señor Jesús, que nos alejas de los malos rollos y nos llevas de tu mano para salvarnos, te damos gracias.

Te conmueve nuestra oscuridad y ceguera. Nos coges de la mano y nos limpias la mirada. Nos quieres limpios de corazón para poder descubrir la presencia de Dios en todo lo que vivimos. Y no es a la primera que sale el milagro. Necesitamos constancia, insistencia, deseo real de salir de las tinieblas y pasar al Reino de la luz, donde la fe nos permite ver todo como Dios lo ve.
Vivir en gracia, es vivir en la luz, y transmitir luz. Felices los que procuran la paz, porque serán llamados hijos de la luz. Que la gracia, nos impulse a ser sembradores de paz.

Dejemos que Él nos coja de la mano, ponga sus manos en nuestro ojos, haga que nuestro corazón miré más allá de la apariencias... para descubrir a nuestro lado un prójimo necesitado de pararse, de compartir, de dar.

Señor Jesús, luz del mundo y lámpara de mi corazón, aclara mis tinieblas y haz que yo pueda ser, de tu reflejo, lámpara para otros.

"¿Ves algo?" Es la pregunta que Jesús te lanza hoy. Pídele hoy ver con su misma mirada: sin rencor, sin envidia, sin resentimientos... Pide la mirada de Dios, esa mirada compasiva, cercana, atenta, llena de misericordia, acogedora y sanadora... Cuida tu mirada...


Estoy al borde del camino. Jesús, toca mis ojos para que aprenda a mirar la vida con la luz del Evangelio. Limpia mis ojos para verte, abre mis oídos a tu palabra; y si aun así mis pies se quedan quietos, empújame, Señor, quiero caminar contigo.

Señor: yo creo, pero sé que mi fe es pobre. Todavía los hombres me parecen raros. Señor: yo creo, pero tú puedes ir clarificándola cada día. Señor: yo creo, pero haz que mi fe sea más que mis posibles dudas. Señor: pon la saliva de tu lengua en mis ojos y que pueda ver como tú ves.

 


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