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Testigos


 
“No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos”   
(Lc 20,27-40).  

 

Jesús afirma que la resurrección no es una simple continuación de la vida, sino una vida nueva y distinta, una vida de plenitud. Jesús te invita a asumir tu compromiso por la vida porque el Dios en el que crees es un Dios de vivos. Es el Dios dela Vida.  

 

Formamos un pueblo de esperanza y alegría, porque Jesucristo vive, está resucitado. Estamos seguros de que también nosotros resucitaremos un día con él. Por eso, nuestra esperanza en el amor y en la vida de Dios es inquebrantable.

Nosotros vivimos desde la fe, en la esperanza de la vida eterna, puesto que como el evangelio hoy nos indica, es un Dios de vida, no de muerte. Por eso vivamos la vida presente desde la caridad, compartiendo las alegrías, las penas, los gozos y las tristezas con las personas con las que compartimos nuestro día a día, siendo testigos de un Dios que nos ha llamado para vivir en su presencia para toda la eternidad.

Resucítame, Señor, con tu Espíritu. Vivifícame, Señor, con tu Espíritu. Transfórmame, Señor, con tu Espíritu, Ilumíname, Señor, con tu Espíritu. Para ser testigo de la vida en el mundo.


 

 

 

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