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¿Qué es un cristiano?

 


"Al verla el Señor, 
se compadeció de ella 
y le dijo: «No llores»." 
(Lc 7, 11-17).

 

Dice un proverbio judío "que Dios cuenta las lágrimas de las mujeres". Hoy están en esta oración todas las que sufren y lloran sin consuelo. Dios no las abandonará.

Jesús se compadece de una mujer que llora la muerte de su hijo. Jesús ve a la mujer, se compadece y la consuela. Mira el sufrimiento en la cercanía. Lo hace con inmensa ternura. La palabra de Jesús es compasiva, comunica siempre la vida. Compadecerse en caminar hacia el dolor de quien lo padece. Consolar es ser bálsamo para quien está herido. No se puede amar en la indiferencia y en las palabras complacientes.


Vete al encuentro de la gente que sufre. No esperes a mañana para hacerlo. Dales tu cercanía, tu sencillez. Pon vida en medio de toda muerte. 

 

Junto a ti, Jesús, 
se respira la vida. 
Junto a ti, Jesús, 
no hay lugar para el llanto. 
Junto a ti, Jesús, 
encontramos a los hermanos.

Esa es la misión que Jesús nos confía. La de acompañar compasivamente la vida de los que nos rodean. Con los que ríen, reír. Con los que lloran, llorar. Hacernos uno con los demás y ser consuelo. No a base de super poderes, sino con cercanía, cariño y cuidado. La vida se vuelve tan dura que no sabemos cuándo seremos nosotros los que necesitemos de los demás.

¿Qué es un cristiano? Respuesta: Alguien que se acerca al hermano que sufre, se compadece de él, lo escucha y comparte su dolor. Quizá no pueda solucionar sus problemas (casi nunca podemos), pero, al tocar el dolor ajeno, lo alivia, porque, en este mundo, las alegrías se multiplican y las penas se dividen. Después, el cristiano presenta a Cristo el dolor del hermano afligido, y con un «apiádate de él» hace más que todos los solucionadores de problemas juntos.

Oración para irradiar a Cristo

Amado Señor,
ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto
que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mí de tal manera
que todas las almas que entren en contacto conmigo
puedan sentir tu presencia en mi alma.
Haz que me miren y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor.
Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú;
a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí;
serás Tú quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta,
brillando para quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo,
por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago,
por la evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón.
Amén.


 

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