Los judíos quieren apedrear a Jesús, no por sus obras buenas, sino porque se hace Dios. En sus obras muestra quien es y quien le envía. La rigidez del pensamiento, la radicalidad de las creencias, impiden ver, entender, comprender y acoger las evidencias
La fidelidad al Padre por parte de Jesús es total. Jesús ofrece una verdad que libera, pero los hombres elegimos las tinieblas a la luz.
El mensaje de Jesús, sus obras, su palabra... no dejan indiferente. Ésa es la clave de si has dejado que Él toque tu vida y te transforme. Si te ha dejado indiferente, es que aún no te has dejado tocar por Él.
El eco que trasciende la historia, con la fuerza vivificante del Espíritu: cada obra buena, realizada sinceramente. A pocos días de Semana Santa acompañemos a Jesús en esta siembra del Reino.
Bien cerca hay signos que nos hacen creer en la presencia de Cristo. Quizá sólo hay que abrir un poco más los ojos y el corazón para verlos.
«María, que sepa dar el Sí a Cristo como Tú lo diste hasta el final, y que lo diga contigo al pie de la cruz: que acompañe a Jesús siempre.»
Para estar en el camino del Señor
¿Quién será recibido en la casa de Dios?
¿Quién vivirá con él?
El que trata de practicar la justicia
y es auténtico en la búsqueda de la verdad,
el que no habla mal de los otros,
no hace mal a sus hermanos
ni trata de sacar ventaja de nadie,
ni insulta al prójimo.
A sus ojos
el mal intencionado no merece la admiración,
pero él respeta a los que aman a Dios.
Si ha jurado
no retrocede aunque salga perjudicado,
ni tampoco acepta la injusticia
para no perjudicar a los inocentes.
El que así proceda encuentra al Señor.
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