¿Cuáles son tus piedras?
La ley manda apedrear. Una norma punitiva, opresora y parcial de la que brota injusticia. Una mujer acusada de un delito donde falta la parte masculina. Ella es adúltera. Morir por unas piedras que revelan las propias miserias y mentiras. ¿Cuáles son tus piedras?
Un Dios que manda apedrear a una mujer no es digno de credibilidad. Una religión que atenaza a base de leyes y no libera el corazón no es un Buena Noticia. Jesús prolonga a través de su humanidad la bondad y compasión de su Padre que no ha venido a juzgar, sino a salvar al mundo.
Es lo que hace Jesús al perdonar a la mujer y al perdonarnos a cada uno de nosotros. Nunca nos humilla. Nos respeta, nos eleva, nos dignifica. Y, sobre todo, nos lleva al Corazón del Padre, a la experiencia del amor infinito de Dios
Todos se marcharon dejando sus piedras atrás. Ojalá también nosotros aprendiéramos a hacer lo mismo.
Ver la paja en el ojo ajeno... y no ver la viga en el propio. Ojalá aprendamos a perdonar los defectos que nos molestan de los demás...
Nos iría mucho mejor si en vez de levantar piedras acusadoras que juzgan y condenan, construyéramos puentes con ellas...
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Quiero mirar como tú
Jesús, ayúdame a mirar como tú.
A no dejarme llevar por mis juicios,
interesados, duros y excesivamente crueles.
A observar, no tanto los aspectos negativos,
cuanto la bondad y lo noble de los que me rodean.
A ser prudente, como Tú lo fuiste
con aquella mujer, que adulterada en su vida,
comenzó otra vida nueva
ante tu forma de mirarle y corregirle.
A ver el lado bueno de las personas.
A no recrearme con el sufrimiento ajeno.
A no ser altavoz de calumnias y mentiras.
A ser persona y no jugar a ser juez.
A tener una mirada que sepa ver el granito
de oro que hay en el corazón de cada persona.
Para que, frente a la mentira, reine la verdad.
Para que, frente a la condena, brille tu misericordia.
Para que, frente a la burla, salga la comprensión.
Para que, frente a la humillación, despunte la bondad.
Ayúdame a mirar como tú, Jesús.
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