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“¿Acaso soy yo, Señor?"

 

 
“Mientras comían dijo: 
Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”  
(Mt 26,14-25).

Siempre es tiempo de conversión, de orientar la mirada hacia Jesús, nuestro Salvador. Judas va a poner la ternura de Jesús en manos destructoras. Con un beso rompe la comunión, pero el amor de Jesús es fiel. ¡Qué misterio!

Judas quizá ha descubierto la verdad del proyecto de Jesús, no coincide con el suyo, con la idea que él tenía... y le traiciona, quiere sacarle una rentabilidad a algo que tiene toda pero no es posible transformarla en monedas. La bolsa le puede más que la vida La pregunta de Judas tiene un eco profundo en la historia de la humanidad: ¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego? Cuando las personas no cumplen nuestras expectativas, rompen intereses, no se ajustan a nuestras necesidades, lo único que queda es vender.

Preguntemos hoy al Señor: –¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? Porque Él quiere celebrar su Pascua con nosotros, para darnos a conocer su amor hasta el extremo, su entrega hasta la muerte y la fuerza de su resurrección. 

Una pregunta terrible: “¿Acaso soy yo, Señor?". Como los apóstoles, acerquémonos a Él en nuestra oración para que nos descubra la verdad de nuestro corazón y la fuerza de su misericordia.

Quiero ser como Juan, un discípulo fiel que te acompañe en los momentos alegres y sobre todo en los difíciles.

Te invocamos, Espíritu Santo, con más fuerza y frecuencia, 
y nos disponemos a escuchaste con humildad, 
caminando juntos, con docilidad y valentía. 

 


Señor, nos duele que la dignidad humana sea pisoteada, a través del engaño, la amenaza y el uso de la fuerza. Ilumina a quienes compran y venden a otras personas; a las que con sus decisiones provocan graves sufrimientos. Ayúdales a darse cuenta de la gravedad de sus injustas acciones. Haz que vean y respeten el valor y la dignidad de todo ser humano. 
Señor de la Vida, ayuda, sobre todo, a todas las víctimas; cura sus heridas con el aceite del consuelo y la esperanza. Dales fuerza para que puedan rehacer sus vidas. Señor, Dios de la misericordia, danos valentía para denunciar y protestar contra la práctica humillante de la trata de los seres humanos y contra todo atropello de la dignidad humana. Llénanos de la sabiduría y del valor necesarios para ser solidarios con las víctimas. Danos la gracia de trabajar contigo en la construcción de un mundo más fraterno.

 


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