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Un signo

 


“Como Jonás fue un signo 
para los habitantes de Nínive, 
lo mismo será el Hijo del Hombre 
para esta generación” 
(Lc 11,29-32) 

Es Cuaresma! Tiempo de redescubrir los signos por los que Jesús viene a nuestro encuentro para darnos vida en abundancia.

El Espíritu llena el mundo de signos para que todos conozcamos a Jesús. Jesús es la señal siempre nueva.

La sabiduría de la Cruz es mayor que la de Salomón. El Misterio Pascual de Jesucristo –su muerte y su resurrección– es el signo definitivo del amor de Dios, un amor que nos llama constantemente a la conversión.

Conversión no es ‘una mano de pintura’ sino un cambio de cimientos. La cuaresma es la oportunidad de comenzar, de ser hombres y mujeres nuevos. La conversión no debe subrayar lo que se deja sino el camino que se emprende.

Dios Padre, te pedimos que Cristo, clavado en la cruz, sea para nosotros la gran señal que anhelamos. La prueba de un amor incondicional y desinteresado.

Señor, ayúdanos a ser "señales" para nuestro prójimo. Que cuando nos vean actuar, sepan y crean que existe el amor.

Aprende a ver el rostro de Cristo en quienes te rodean, en sus acciones generosas. En cada acto de misericordia, ahí está el Señor.

Jesús, haz que descubramos tu presencia en los otros, que nadie nos resulte indiferente, que descubramos el gozo de vivir como hermanos.

Las palabras hasta pueden llegar a cansar. Pero el testimonio, convence.

“Danos Señor un corazón y unos ojos nuevos para descubrir y agradecer las maravillas que haces en los corazones de las personas y en la historia de mundo. Y danos la fuerza de tu Espíritu para que no pase esta Cuaresma sin habernos convertido un poco más a Ti”



Yo se que me quieres, Señor, porque eres bueno.
Porque tienes un corazón sensible, perdóname;
limpia mi vida de todos mis pecados
y de mis continuas caídas, levántame.

Que alegría tan grande saber que eres mi Padre,
y que juzgas a todos con misericordia.
Dame tu abrazo de perdón y tu amor cambiará mi corazón,
sé mi amigo y caminaré siempre en tu presencia.

Devuelveme el gozo y la alegría, que toda mi vida salte de gozo.
Somos amigos: olvida el mal que hice,
ayúdame con tu amistad a renovarme
y haz que nunca más me separe de Ti .

Que nazca en mí, como una fuente, un corazón puro,
y que una voluntad firme crezca en mi.
Quiero ver tu rostro alegre a mi lado,
y que tu fuerza me acompañe siempre, Señor.

Dame alegría de tu salvación
y un corazón generoso para amarte toda la vida.
Les diré a mis amigos que tus caminos son formidables,
y a los que pecan sin conocerte, lo bueno que Tú eres.

Dame vida, pues yo amo el vivir,
Tú que eres el Dios de la Vida,
y con ella diré a las gentes que contigo todo es posible.
Abre mi corazón y mis labios para decirte cuánto te quiero.

Ya sé que no te contentas con poco
y que no quieres de mí palabras vacías.
Lo que me pides es un corazón arrepentido;
un corazón sincero y noble es lo que quieres.

Sé bueno conmigo y con los otros
y fortalece nuestras vidas indefensas.
A Tí te ofrecemos nuestra vida cada día,
todo lo que somos y tenemos, todo es tuyo.

Devuélvenos, te lo pedimos, el gozo y la alegría,
y toda nuestra vida salte hoy en fiesta.
Somos amigos: olvida el mal que hemos hecho
y ayúdanos con tu amistad a convertirnos.


 

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