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No nos dejes

 

“El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado”. 

(Lc 4, 1-13).

 El Evangelio de hoy nos recuerda que al configurarnos con Jesucristo, somos también tentados en el desierto, y así mismo, en Cristo habremos de salir victoriosos de la tentación.

Las tentaciones que se le proponen a Jesús son las mismas que se nos presentan. Convertir las piedras en pan. Poseer los bienes materiales. El poder y la gloria. Ser conquistadores y dominadores de todo y todos. Tirarse de las alturas. Aspirar al prestigio.

Las tentaciones están presentes en nuestro día a día: el dinero, la fama, los lujos, el reconocimiento ... Necesitamos fortaleza para no caer en una vida que no llena, para seguir en el camino hacia la verdadera felicidad.

Las tentaciones de Jesús en el desierto representan la lucha interior de cada persona en la soledad del corazón por vencer la búsqueda del propio bienestar(yo) y para estar dispuesto a dar la propia vida(nosotros). Para esa lucha necesitamos a la Palabra de Dios.

Cuando te veas acosado por la tentación de inutilidad, decadencia, frustración, cansancio psicológico, individualismo o violencia, toma la determinada determinación, con tus hermanos, de afrontar el presente y proyectar creativamente el futuro. E identifícate y únete con Jesús.

Hay acciones apenas perceptibles, pero persistentes, que acaban por dejar huella y transformar el entorno. No te canses de hacer el bien, ni pienses que no tiene sentido porque puedes hacer poco. Son gotas que van cayendo como lluvia fértil sobre un mundo en sequía.

Invocar el nombre de Jesús siempre me reconforta. Me recuerda que el mal no tiene poder sobre el bien, que el amor de Dios tiene la última palabra. Me da fuerza para seguir viviendo con fe y esperanza, dando lo mejor de mí, colaborando para hacer posible un mundo más fraterno.

Es tiempo, de revitalizar ¿en qué crees?, ¿cuál es el motor de tu Fe? Reza despacio el Credo. Profesa, Vive y Comunica la Fe que recibiste en el Bautismo.

La vida no se mide por el éxito, la fama, el poder o la riqueza. En la Cruz está la victoria que el mundo no puede entender.

Padre, no nos dejes caer en la tentación del desánimo y la desesperanza; en la tentación de la comodidad, el desaliento y la indiferencia. Líbranos de la envidia, el odio y la violencia. Danos un corazón fuerte para resistir la adversidad. Que tu amor, como un escudo, nos proteja.

 
 

Juntos subiendo hacia lo alto

Jesús: comenzamos la cuaresma, un tiempo de renovación de nuestra vida, de subir juntos, en comunidad hacia la Pascua.

En este primer domingo, vamos por el desierto, un lugar solitario y silencioso para hacer una parada en nuestra vida y descubrir cómo seguimos al Señor.

Las tentaciones comienzan a poner a prueba mi amor a Ti: los deseos de tener cosas, el afán de poder y dominar o las ganas de vencer y triunfar a costa de quien sea. Y tantas veces te fallo, no paso la prueba.

Jesús, maestro y amigo, en esta semana quiero empezar a descubrir el proyecto de vida que tienes para mí en el Evangelio. Tu proyecto me eleva, me hace más feliz, más parecido a Ti. Quiero servir, ser pan para el que pasa hambre; ganar para los que no tienen; utilizar el poder que tengamos para ofrecernos a los otros.

Este es el camino de la PAZ que hoy necesita nuestro mundo en guerra, con tanto dolor y tanta muerte en nuestra vieja Europa.

Jesús, enséñame a confiar en Ti, con tu ayuda no caeré en la tentación y subiré, renovado y en comunidad, a tu encuentro en la noche grande de la Pascua.


 

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