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Envío y misión, vida y comunidad...

 


"Jesús subió a la montaña, 
llamó a los que quiso, 
y los hizo sus compañeros" 
(Mc. 3, 13-19)

 

Jesús sube al monte, llama a los que quiso y se fueron con él. No los elige por ser los más capacitados, los capacita para ser los elegidos. No son las capacidades o habilidades los criterios de selección. Dios no mira las apariencias, sino el corazón.

Nos sorprende la elección que hace Jesús. Los primeros discípulos no fueron grandes personajes, todos tenían sus debilidades y desaciertos, sin embargo Jesús los llama para formar su primera comunidad. Jesús es el que nos llama para estar con Él y participar de su misión. Su amor nos va identificando con Él y disponiendo para ser discípulos misioneros.


 

"Llamó a los que quiso...". Porque hablar de fe es hablar de comunidad, de fraternidad, de equipo... aquí no valen los individualismos ni lo del refrán de "Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como". Sin comunidad, la fe solo será humo... Envío y misión, vida y comunidad...

Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi comunidad de fe.
Aunque no sea perfecta,
¡estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más,
con la fuerza de que soy capaz.
Que mi comunidad no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias
y te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino,
Tú, la meta y el horizonte. Amén.

Jesús nos llama para estar con Él y luego, si eso, predicar con palabras o sin ellas. En este caso el orden de los factores SÍ altera el producto.

Hoy Jesús nos sigue llamando para estar con nosotros y para que nuestras vidas de luz a tantas situaciones de oscuridad. Es un derroche de confianza y de amor. Somos dignos y valiosos a sus ojos. Vivamos con gratitud su llamada.

Jesús te llama a seguirle. Él te llama por tu nombre, dándote una misión y a medida que hacemos su voluntad estamos siendo la Iglesia que Él quiere. Él llamó a los que Él quiso, ¡alégrate! También tú estás ahí.

La llamada es un don lleno de misterio, de misericordia y de ternura infinita. La respuesta es apertura, generosidad, y libertad plena para acoger y dejarse hacer cada día.

La misión para la que Jesús llamó a sus discípulos, y para la que nos llama también a nosotros, es una sola: estar con Él y, permaneciendo en Él, anunciar el Evangelio.

Vivamos la relación con Él como los Doce: a su lado siempre, queridos por Él, enviados, con responsabilidad de denunciar el mal, de transformar nuestro mundo. Somos de los suyos, lo queremos así, Él nos llama.

Señor, dame vocación de discípulo y ser servidor de todos. 
Hazme un instrumento de tu amor, una diminuta gota de tu ternura.

 

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