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Dios se fia de nosotros

 


“Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.” 
(Lc 19,11-28)

Todos recibimos talentos diferentes. 

Es absurdo compararlos. 

Los de cada uno son únicos e irrepetibles. 

Por eso hay que negociarlos, rendirlos, ponerlos al servicio. 

Sabiendo que el que los multiplica es siempre Dios. 

No nos los podemos apropiar. 

Los talentos son para el bien común. 

No para la propia gloria.

Nadie puede decir que no ha recibido ningún talento. 

Descubramos los nuestros para ponerlos en juego. 

Tenemos unos dones. 

No es tan importante el resultado de la multiplicación como el hecho de compartirlos, darlos, utilizarlos. 

Lo que no debe hacerse es esconderlos por miedo, esperar y esperar sin hacer nada. Mucho o poco pero darse con generosidad. 

La fidelidad se muestra no en la cantidad de cualidades o talentos que tenemos, sino en lo que hacemos con ellos. 


El Señor premia a quien se ha esforzado por multiplicar los dones recibidos, y los hizo crecer porque creyó en la bondad y misericordia de su dueño. 

Sin duda, la venida de Jesús no ha dejado a nadie indiferente, ha sido como un faro que ilumina el desarrollo de la historia. 

Hemos recibido la esperanza para que ésta nos ilumine y nos haga luchar todos los días por la dignidad de las personas y para hacer resplandecer toda la belleza y grandeza que tiene este mundo. Recibir el tesoro del Evangelio y esconderlo sin dejar que dé fruto. 

Todo lo que no se comparte, se pierde. 

El Evangelio y la fe, también. 

Dios se fía de nosotros, Dios tiene esperanza en nosotros. 

¡No le defraudemos! 

No nos dejemos engañar por el miedo, sino devolvamos confianza por confianza.


Que el ejemplo Santa Isabel de Hungría, que acogió a Dios en su corazón y entregó todos sus talentos, toda su vida al servicio de los más necesitado, nos ilumine a todos.



Señor, sé que a mí mucho se me ha dado:

la vida, el día a día, tantas capacidades,

tantos talentos, tantos proyectos,

tantas posibilidades, tantas experiencias,

tantas relaciones, tantas oportunidades,

tantas personas, tantas pasiones,

tantas experiencias, tantos dones… tanto.

 

Señor, sé que a mí mucho me has confiado:

ser hijo tuyo, ser hermano de todos,

ser discípulo tuyo, ser testigo de tu proyecto,

ser profeta en medio del mundo,

ser tu palabra y tus manos… ser desde ti.

 

Señor, sé que a mí mucho se me ha dado

y mucho se me ha confiado.

Ojalá esté a la altura de las circunstancias,

Mucho me has dado, Señor

mucho quiero regalar y entregar de todo corazón.

mucho quiero darte.

Dame la capacidad necesaria

para agradecerte cuanto soy y tengo,

y la fe necesaria para nunca olvidar

que todo procede de ti y a ti se dirige. Así sea.


 

 

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