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Dejarse hacer

 


"Soy manso y humilde de corazón".  
Mt 11, 25-30.

«Cargad con mi yugo y aprended de mí» Nuestra vida lleva consigo el esfuerzo y la lucha diaria. El yugo nos ayuda a avanzar nunca solos siempre acompañados, y en ese esfuerzo tenemos al mejor maestro que nos va a acompañar en las adversidades y las alegrías.

Los sabios y entendidos están tan llenos de seguridades, de saberes y poder, que no tienen capacidad para acoger la gran pequeñez del Reino. Todo es don, descanso y alivio en la mansedumbre y la humildad de los que se deja hacer por Dios

Sólo desde la sencillez y obediencia a la Palabra podemos entender el plan de Dios, pues Jesús se hace presente e íntimo a los humildes

En la sencillez de lo pequeño se revela la Verdad


Aprender de Él, apoyarse en Él, confiar en Él... una relación que nos cambiará la vida. No nos hará ni más poderosos, ni más ricos, ni más importantes... nos hará más felices, porque es Amigo fiel, compañero para siempre, guía constante.

Siempre me ha fascinado este versículo. "Sea el Señor tu delicia y él te dará lo que pide tu corazón"(Sal 37,4). ¿Quieres que el Señor te conceda todo lo que pides? Repite hoy con frecuencia "Vuestra soy para vos nací, ¿qué mandáis, Señor, de mí?" (Santa Teresa de Jesús)

Al empezar a contar su vida, Teresa de Jesús dice que nos hablará de  su "modo de oración". Y es como si dijera; "si queréis conocer mi vida, tengo que hablaros de mi aventura orante. Porque mi vida es mi oración, y mi oración, mi vida". Además, según ella, "la oración es trato de amistad con quien sabemos nos ama".

 


VIVO SIN VIVIR EN MÍ

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
del amor en que yo vivo,
ha hecho a Dios mi cautivo,
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.


 

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