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La medida del perdón

 


"Vino con un frasco de perfume, 
y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, 
se puso a regarle los pies con sus lágrimas, 
se los enjugaba con sus cabellos, 
los cubría de besos y se los ungía con el perfume". 
(Lc 7, 36-50)

 

La mirada de Jesús no se queda en las apariencias, sino que mira el corazón. Así es el Dios de los cristianos

Un fariseo y una mujer pecadora. Dos mundos distintos, dos maneras diferentes de vivir el encuentro con Jesús: el que se siente pecador y el que se siente justo.
Y Jesús responde con una parábola: "¿Quién de los dos le amará más?". Es la manera cortés que tiene Jesús para prevenir a Simón que él Jesús, ha discernido el amor bajo la ambigüedad de los gestos.

El amor es acción y detalles. Es acción para que no se quede en emociones y sentimientos. El amor se traduce en gestos, en gratuidad, en generosidad, en escucha. Esta mujer se sintió renovada y sanada porque Jesús la acogió, sin juicios, sin reproches, sin rechazos. Y pudo devolver el amor recibido.


La mujer que le lava los pies con sus lágrimas, que los besa y seca con su cabellos, ha puesto en el centro del encuentro a Jesús, Él es el único importante. El encuentro es personal, íntimo, sin estridencias ni llamadas de atención. Ella abraza y ama.

Hay que pasar por la experiencia del pecado para saborear la misericordia divina.
Al final la experiencia del pecado y del perdón es el lugar de una experiencia de ternura, la de Jesús y no de juicio como la de Simón.

El amor es la medida del perdón. El que ama mucho, mucho se le perdona. Al que poco se le perdona, ama poco. Buscamos el perdón cuando hacemos experiencia de sentirnos amados. Un amor que necesita expresarse no tanto con palabras, como con gestos y acciones

Solo una vida gastada en amar y darse es una vida llena de sentido. Sin amor no somos nada. Al final, solo queda el AMOR...

Hoy San Cornelio y San Cipriano. Aunque en vida tuvieron sus más y sus menos, el martirio los unió. "Acordémonos siempre unos de otros con gran concordia y unidad de espíritu, encomendémonos mutuamente en la oración y prestémonos ayuda con mutua caridad en su momento" (San Cipriano).

Señor, Jesús, perdona mi falta de cariño. Ilumíname  para descubrir cómo adorarte. Compadécete de mí, Señor siempre y aparta de mí todo aquello que me impide verte, oírte, gustarte, sentirte, tocarte, tenerte presente y disfrutar contigo


 

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