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"Amar hasta que duela"


“Sed perfectos como vuestro Padre celestial”. 
(Mt  5,43-48)

¿En qué me parezco a mi Padre del cielo?

Jesús pone el listón alto. Rompe las divisiones de buenos y malos. Todos son iguales para saberse amados, rezar por ellos, y sentir el sol y la lluvia. Nuestro modelo es Jesús. La perfección está en el Padre al que debemos acercarnos, pedir e imitar.
 
Es quizá lo más difícil que nos pide Jesús: amar al enemigo, Prueba a dejar de lado los prejuicios y la falta de entendimiento. Todos somos hermanos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.
 
Los términos 'bueno y malo' tenemos que cambiarlos por hermano. La universalidad de su Palabra y de su amor tiene que llevarnos a la aceptación de la diferencia con la alegría de saber que 'suma' y no 'resta'

Amar... ¿Siempre? Siempre. ¿A todos? A todos. Eso es difícil... Nunca fui fácil el camino de la felicidad. "Amar hasta que duela" (Madre Teresa de Calcuta).

A veces no puedo evitar pensar en la debilidad de mi corazón que teniendo tanto amor de Dios se deja llenar de miedo y odio. Quisiera el don de perdonar con tanta humildad que las cicatrices de mi corazón tuvieran forma de cruz, la forma del amor.


"Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen"

Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo que por medio del Espíritu Santo nos conceda la gracia de rezar por nuestros enemigos, de perdónalos de todo corazón y devolverles bien por el mal que nos hicieron para así ser dignos hijos del Padre Celestial. 

Pidamos al Señor, cada día, el don de su Espíritu, para que su Palabra se vaya realizando en nosotros. Sólo con su Espíritu se puede amar al enemigo, hacer el bien a los que nos aborrecen y orar por quienes nos persiguen.
Sólo su Espíritu nos hace santos.

¡Quédate conmigo, Jesús! Convénceme de que la gran tarea de mi vida es la búsqueda de la santidad y que ésta no puede desligarse nunca de la gracia. Sólo Tú, Señor, puedes hacer posible mi transformación en el amor. 



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