Se acerca a nosotros.

 


"Sígueme. Se levantó y lo siguió"
(Mc 2,13-17)
 
 
El Espíritu Santo ora en nosotros.
Abre nuestro corazón que no descansa hasta encontrarse con Cristo.
Le buscamos a oscuras, ciegos, vacilantes.
Pero Dios, que nos ama con locura, nos busca aun con más eficacia e insistencia.
Asombro, gratitud y alabanza al sentir su misericordia
 
Sabemos que se acerca a nosotros, que nuestro pecado no es impedimento para que nos busque, nos llame, nos invite a su mesa.
Cargamos pesadas mochilas a la espalda.
La culpa de muchos años. Penas que no se acaban.
Heridas sin cicatrizar que vuelven a sangrar al menor descuido.
¿Quién nos devolverá la inocencia, la alegría, la salud integral? ¿Quién curará de una vez todo el mal que nos atenaza?: Jesús.
 
La gente acude a Jesús.
Él les enseña.
No se queda en palabras.
También mira y llama.
Y la enseñanza de hoy es a quien busca y a quien llama.
Su selección depende de la situación de necesidad, de pecado. Una lección que aún no hemos aprendido sus seguidores.
 
Sabemos que se acerca a nosotros, que nuestro pecado no es impedimento para que nos busque, nos llame, nos invite a su mesa.
Dejémosle sitio en la mesa de nuestra vida, que no nos asuste su llamada.
 


«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos»
Cada día es una nueva ocasión para convertirnos; cada día es una oportunidad para decir sí.
¿Cómo me inspira la actitud de Jesús que se acerca y come con publicanos y pecadores sin condenarles?

Señor, el día empieza.
Como siempre, postrados a tus pies,
la luz del día queremos esperar.
Eres la fuerza
que tenemos los débiles, nosotros.

Padre nuestro
que en los cielos estás,
haz a los hombres iguales;
que ninguno se avergüence de los demás;
que todos al que gime den consuelo;
que todos al que sufre del hambre la tortura,
le regalen en rica mesa de manteles blancos
con blanco pan y generoso vino;
que no luchen jamás;
que nunca emerjan
entre las áureas mieses de la historia,
sangrientas amapolas, las batallas.

Luz, Señor,
que ilumine las campiñas y las ciudades;
que a los hombres todos,
en sus destellos mágicos,
envuelva luz inmortal;
Señor, luz de los cielos,
fuente del amor y causa de la vida.



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