Bendita locura

 


«Vinieron a llevárselo» 
(Mc 3,20-21)

La familia es la raíz de nuestra fe, pero también puede ser fuente de discordia si se eclipsa la relación con Dios.
Cuidar y amar, siempre en la verdad.
 
El seguimiento a Jesús tiene mucho de locura para los criterios de este mundo.
Hay que estar “fuera de sí” para de permitir a los demás entrar, para vivir la entrega, para tener una palabra de esperanza, para mirar más allá de lo material e inmediato.
 
La locura de Dios es su inmenso amor por el hombre, que estalla en su corazón y revienta nuestros miedos, nuestra mediocridad. 
En Jesús se hace accesible, se desgasta, se deja comer para nutrirnos, sanarnos, levantarnos.
No está en sus cabales, porque es misericordia infinita.
 


¿Es locura compartir?
¿Tener menos para que a nadie le falte lo necesario?
¿Acoger a quien sale de su tierra buscando una vida digna? ¿Defender que todos tenemos los mismos derechos como seres humanos?
¿Es locura ponerse al lado de los maltratados, los violentados? ¡Seamos locos!
 


Como a sus discípulos nos llama a 'su casa', a su lado, para compartir con nosotros.
No dudemos de Él, ni pensemos que su propuesta 'es de locos'. 
Le admiramos y le seguimos. 
Bendita locura seguirle.
 




Señor Jesús,
enséñanos a ser generosos,
a servirte como Tú mereces,
a dar sin medida,
a combatir sin temor a las heridas,
a trabajar sin descanso,
sin esperar otra recompensa
que saber que hemos cumplido
tu santa voluntad.

San Ignacio de Loyola

 


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