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«Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Siento compasión de la gente» 
                                            (Mt 15,29-37)

El Adviento es para los que nos sabemos débiles, hambrientos y pecadores y acudimos a Jesús, el Salvador que se compadece, seca nuestras lágrimas, nos da de comer, anuncia su palabra de vida y de fiesta, y nos acoge a todos.
Adviento es ir tras la promesa de la fiesta, y la comida para los pobres, entre los pobres. 
Aceptar esta pobreza, es clamar sin dudas a Dios, que viene a transformar nuestro luto en danza y nuestro desierto en mesa de fiesta. 
Gracias por la vida.
Gracias por el don de la fe.
Gracias por tu inmenso amor.
Gracias por mantener mi esperanza.
Gracias por mi familia.
Gracias por las personas que vas poniendo en mi camino.
Que mi vida sea para ti, Señor, una continua acción de gracias.
"¿Cuantos panes tenéis?"
La pregunta va más allá de la cantidad, se trata de la disponibilidad que tenemos de compartir lo que de verdad importa.
Nuestra vida.
¿Qué tengo yo para ofrecer a mis hermanos?
¿Qué puedo aportar para saciar tantas hambres, para aliviar tantas necesidades?
¿Soy capaz de renunciar a algo?
¿Qué estoy dispuesto a compartir?
Lo que tengo, lo que soy: tiempo, bienes, trabajo, cariño voluntariado, compañía, esperanza...
Como dice el Papa Francisco, la muchedumbre no busca a Jesús por curiosidad, sino por necesidad.
La compasión de Jesús no es simplemente un sentir piedad sino un identificarse con el sufrimiento del otro, al punto de cargarlo en sí mismo.
Esa es la compasión a la que estamos llamados a poner en práctica.
Compasión es acercarse con el corazón al otro.
Sentir su sufrimiento, su dolor y ofrecer las manos para acompañar durante el camino.
Cuando algo es compartido con compasión y solidaridad puede alcanzar para muchos. 

Ven Señor Jesús

Ven Señor Jesús y acrecienta la feliz esperanza,
el hambre por el banquete de la vida plena y definitiva,
que con el Padre preparas para todos los hombres.
Te bendecimos por el pan de cada día,
signo de tu preocupación por nosotros.
Te bendecimos por el amor de cada día
que nos impulsa a buscar el pan que necesitamos,
para nosotros y para los que más necesitan.
Te bendecimos por tu amor que se hace amor
en nuestras pobres manos y busca alimentar
la esperanza de tu pueblo.
Ven Señor Jesús, a mi vida,
y desde mi vida a la vida del mundo.


 

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