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“Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. 
Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis”  

Mt 10, 7-13

Una invitación también par nosotros hoy

Celebramos hoy la fiesta de san Bernabé 

Jesús es pan partido para todos en una mesa fraterna.
No hay diferencia capaz de romper la comunión.
Aunque diversos, estamos hechos del mismo barro y nos alienta un mismo Espíritu.
Los opresores caerán. Los oprimidos se alzarán.

El Evangelio señala que cualquier bautizado es apóstol. En este texto encontramos una invitación a que llevemos una vida intensa de compromiso y de anuncio del Evangelio

Preparad el camino, el Reino de Dios está cerca.
Jesús es novedad y atreverse a seguirlo a veces asusta.
No es fácil cuando nos empeñamos en emplear la lógica de mundo.
Con Él todo cambia. No hace falta tener mucha vida social, ni ser importante, ni rico. Sólo vivir libre para amar y servir. Encontrar la alegría de la entrega.

Señor, que nos has dado la gracia de pertenecer a tu Iglesia y de participar en ella de tu misión de salvar a los hombres, ayúdanos a conocerte mejor, a seguirte más de cerca a darte a conocer a todos los hombres.

Inspíranos valor y entusiasmo, para hacernos amigos de todos aquellos con quienes nos encontremos y podamos acercarlos a Ti.

Que permanezcamos siempre cerca de ti y haz que seamos generosos y creativos miembros de tu Iglesia.

Fortalece y acrecienta tu vida en nosotros, para que todo lo que hagamos sea hecho contigo, desde ti y para ti.

 

 


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SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

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