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Un sólo Pastor



«Yo soy el Buen Pastor, 
que conozco a las mías, 
y las mías me conocen,  
igual que el Padre me conoce,  
y yo conozco al Padre» 
(Jn 10, 11-18)


“Jesús le dice a cada uno: tu vida es tan valiosa para mí, que para salvarla yo doy todo de mí mismo.
Es precisamente esta ofrenda de vida lo que lo hace el buen Pastor por excelencia, el que sana, el que nos permite vivir una vida bella y fructífera”.
“Él habla, conoce, da la vida eterna, custodia”.
“El Buen Pastor, Jesús, está atento a cada uno de nosotros, nos busca y nos ama, dirigiéndonos su Palabra, conociendo en profundidad nuestro corazón, nuestros deseos y nuestras esperanzas, como también nuestros errores y nuestras decepciones”.
“Salid al encuentro de cada persona con la amabilidad y la compasión del Padre misericordioso, con ánimo fuerte y generoso.
Prestad atención a percibir como vuestro, el bien y el mal del otro, capaces de ofrecer con gratuidad y ternura la misma vida”.
(Papa Francisco)


Un Pastor que llama,  conoce, ama y da la vida por las ovejas.
De redil abierto, donde tienen sitio todas la ovejas, que busca y espera, que abre puertas y deja sitio.
'Un solo rebaño, un solo pastor'

Lo que nos propone el Señor es un sólo rebaño y un sólo Pastor.
Los cristianos somos todos pueblo de Dios, rebaño.
Y hay un sólo Pastor, cuando escuchamos su voz, nos dejamos conocer por él, y aceptamos que su único poder es el de dar la vida.

Que su amor nos abrace y nos llene de fuerza para vivir como Dios espera de nosotros.




No te alejes de nosotros, Señor…

Mi Señor, mi Buen Pastor, Hijo del Padre,
fuente de luz, tormenta de fe,
que vienes a sacudir nuestra dormida esperanza,
que nos envías a Tu Madre para enamorar
nuestros fríos corazones,
que luchas con amor para conquistar los espíritus inquietos
por las angustias del mundo.

Óyenos Señor, escucha a tus hermanos aquí,
juntos queremos seguirte,
donde Tú quieras que nuestros pasos se dirijan.

Nuestros corazones quieren pertenecerte, por siempre.

Nuestras almas sedientas de Tu luz
solo quieren verte sonreír junto a Tu Madre.

Danos el consuelo infinito de saber
que Tu Misericordia ve con ojos agradables
nuestro arrepentimiento por tanto error cometido.

Haznos fuertes, Señor, haznos fuertes
en la entrega a Vos, nuestro Dios.

Haznos pequeños y dóciles para que dejemos actuar
a Tu Santo Espíritu en nosotros,
para que Tú te hagas cargo de nuestra vida.

Haznos confiadas ovejas de Tu rebaño,
Señor, danos el abrazo de Tu Voluntad, Señor.
Que seas Tu quien nos guíe, que sea tu Madre quien nos proteja.

No te alejes de nosotros, Señor,
perdona nuestros errores y pecados, y nuestra falta de fe.

Amén.





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