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La señal


«¿Qué mandamiento 
es el primero de todos?» 
(Mc 12, 28b-34)

Jesucristo ha amado al Padre con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas, y al prójimo como a sí mismo. Y nos entrega su Espíritu, para que experimentemos ese mismo amor, un amor que destruye el pecado y la muerte.
Vale, crees en Dios, pero... ¿realmente lo amas por encima de todo: del dinero, del bienestar, de la comodidad?
Amar, eso es lo que nos sostiene. Saber que soy amado y que puedo y quiero amar, cada vez más. Eso nos une y nos ayuda a seguir, también cuando no se ve el final del tunel.
Amar a Dios es amar al prójimo. El amor no es un ideal sino se concreta en la realidad de quien tenemos cerca. Estos días se hace evidente el amor de Dios cuando nos queremos entre nosotros, cuando tenemos que estar en casa. Esta es hoy la señal de que Escuchamos a Dios.

Señor enciérrame dentro de ti.
Abrázame en lo más profundo de tu corazón y cuando esté allí, refíname, purifícame, avívame, enciéndeme y elévame a lo alto, hasta que me convierta del todo en aquello que tú quisiste que fuera. Por la muerte purificadora de mi yo, en el nombre de Jesús, el Cristo de Dios.  Amén
 Teilhard de Chardin

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