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Seguir al Crucificado...


"El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará". 
(Mc 8, 34 — 9, 1)

Tenemos fe. Pero a menudo es una fe apagada, fría, mortecina o cuanto menos, tibia. Fe que se estanca, se pudre. Cómo avivarla? Cómo dar el salto de las palabras a los hechos? Cómo asumir el riesgo de seguir al Crucificado? Danos, Señor, tu Espíritu, danos una fe encendida, viva.
Seguir a Jesús es ir detrás de él, no al lado ni delante. La posición es importante para situarnos en relación con él, y en nuestro lugar en la vida, que no nos lo damos nosotros, sino según el puesto que ocupamos en el seguimiento.
"El que quiera venirse conmigo..." Ir con Él, donde sea. Ir con Él, sin miedo. Ir con Él, siempre. Ir con Él, y confiar en su compañía. Ir con Él, para que todo sea nuevo en mi, en el mundo. Ir con Él, con el hermano.
El verdadero discípulo de Jesús no vive ya para sí mismo, encerrado en nostalgias y lamentos... Como Jesús, acepta la voluntad del Padre y se pone en camino al encuentro del otro; haciendo visible el amor de Dios en medio de una generación descreída y malvada.
Perder la vida...Cargar con la cruz... Seguir al Crucificado...Parece locura, necedad. Con la mentalidad del mundo no puede entenderse. Sólo desde la confianza en el amor de Dios puede aceptarse. La sorpresa es que con Jesús, perder es ganar. La cruz es ligera. Morir es resucitar

Salmo 111 (adaptación)
Alégrate tú, que amas al Señor,
que tienes tu corazón puesto en Él
y que deseas cumplir su voluntad.
Tu vida será fecunda,
el Señor bendecirá tus frutos.
El Amor habitará tu hogar
y se extenderá hacia aquellos que más lo necesitan.
Si la oscuridad te envuelve,
tu compasión y tu justicia brillarán como una luz.
Dichoso tú, si tus entrañas se conmueven y eres generoso,
dichoso tú si la honestidad acompaña cuanto emprendes.
Entonces no temerás ni vacilarás,
y todos recordarán agradecidos tu vida.
(Patricia Hevia)



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