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Venimos a adorar al Rey




«Unos magos de Oriente 
se presentaron en Jerusalén preguntando: "¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir 
su estrella y venimos a adorarlo"» 
(Mt 2, 1-12)

¡Levántate y resplandece,
porque llega tu luz!
Para los buscadores de la verdad, los que indagan y se dejan llevar por la sabiduría del corazón; los que se ponen en camino siguiendo rastros de luz; los que adoran y confían, los que generan esperanza...
¡Dios ha nacido¡ ¡Aleluya¡
Día de ilusión, de Magia, pero sobre todo de Manifestación. Dios se ha hecho visible para todos, también para los que no creen en él y los que no lo conocen. Es el mayor regalo, inmenso presente de Dios a la humanidad.
Al igual que los Reyes Magos, nosotros también tenemos una Estrella que nos guía hasta Jesús. Dejémonos guiar.

“La estrella que es capaz de guiar a todo hombre a Jesús es la Palabra de Dios: Es la luz que orienta nuestro camino, nutre nuestra fe y la regenera.” 
(Papa Francisco)

En el camino de la fe, todo nace del amor.
Es por amor que Dios se reveló a los hombres con el deseo de hacerlos partícipes de su vida.
Es por una profunda necesidad de amor que buscamos a Dios. A los orígenes de cada viaje de fe está el amor.

Los Magos realizan su viaje dejándose guiar por una estrella.
Seguir a la estrella para ir al Niño, que nacerá donde ella se posará, significa también salir de uno mismo para ir al otro, especialmente a los pequeños y a los pobres.
La estrella nos coloca delante de la Luz, delante del Dios desnudo que nace y nos quiere, y nuestra vida será diferente para siempre. Volvemos a lo cotidiano con esa Luz en el corazón... para vivir el Evangelio, para seguir a ese Niño.
Tienes dentro de tu corazón el oro, el incienso y la mirra. No te lo guardes. Sigue a la estrella y ofrécelo, compártelo… multiplícalo. Haz que llegue a todo el mundo.
Hoy damos gracias y oramos por todos los MISIONEROS que, dejando familia, tierra y seguridad han surcado los mares para seguir llevando a todos el Evangelio
Feliz Fiesta de la Epifanía!

Adorar
Adorar es mirar al Señor,
sentirlo cercano, muy dentro.
Dejarme mirar.
Saber que me habita
una maravillosa Presencia.
Te adoro.
Te contemplo, y me quedo aguardando…
En silencio te expongo mi vida…
Te adoro, Tú me miras, Señor.
Tus ojos bendicen todo mi ser,
mi entorno vital,
los entresijos escondidos de mi persona,
que ni yo misma conozco.
Tu mirada acaricia mi vida,
me sana, me llena de luz…
Te adoro.
(Santa Rafaela María)

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