Los amigos del novio



“A vino nuevo, odres nuevos”

Mc 2, 18-22


«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
El ayuno que más le gusta a Dios es que nos ocupemos de sus hijos. Sin más. Y sin menos.
Somos 'los amigos del novio' Es una relación llena de amor, alegría, fiesta, sonrisas, experiencias compartidas, retazos y momentos de una vida juntos, es una relación privilegiada y para siempre... que suerte ser 'amigos del novio'.
Los amigos del novio, disfrutan de su presencia, comparten la alegría de la comunión, se entregan generosamente la amistad y la alegría del encuentro
La novedad es ruptura con lo existente, y un paso adelante hacia lo desconocido. Apertura a un cambio profundo, incluso de lo que creíamos inmutable. Aventura hacia lo que nos hará más fuertes, sabios y felices.

A veces es difícil conciliar lo nuevo con lo viejo. Es todo un arte conseguir equilibrio entre conservar tradiciones que nos definen y arraigan sin atarnos, y ser capaces de renovar lo que nos impide avanzar, lo que resulta una traba para vivir el Evangelio. Abiertos a aprender.
El amor de Dios, manifestado en Jesucristo, es el Vino nuevo y mejor, que requiere corazones nuevos, recreados cada día por la gracia, para poder acogerlo y para poder llevarlo al mundo.
Para que mi amor sea nuevo cada día debe alimentarse en la oración y en los sacramentos, por eso pido la intercesión de tu santísima Madre, para me ayude a renovar hoy mi amor por ti, para que me ayude a buscar continuamente mi renovación interior.

SAN SEBASTIÁN (20 de enero) Asaeteado por sus profundas convicciones nos invita, entre otras cosas, a ser constantes en aquello que creemos irrenunciable.
En una sociedad cambiante, San Sebastián, nos enseña su desnudez arropada de valentía, criterio y mirada clavada en el cielo.
Y es que, una vez más, se cumple aquello de:  "Me quitaréis la vida pero, el brillo de mi alma, jamás".
Ayuno
Se fueron las horas
en perseguir espejismos.
Se gastó la mirada
contemplando apariencias
Se secó el río interior
en la sequía de tu palabra.
Se estrellaron los sueños
contra amaneceres sin proyecto
Se apagó el hambre
con manjares que no saciaban
Se emborrachó el alma
apurando mentiras.
Y paso a paso
extraviamos el paso.

Solo ayunar
de tanta quimera
podía devolvernos
al camino, contigo.
                                                               (José María R. Olaizola, sj)


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