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Nos busca




“Dios no quiere que se pierda 
ni uno de estos pequeños” 
(Mt 18, 12-14)

Está pendiente de nosotros, nos busca, nos ama.
Es junto al Señor como nuestra tristeza se convierte en alegría, la búsqueda en seguridad, la duda en certeza, el sentido en felicidad.

La Alegría brota de la experiencia de encuentro, de la búsqueda, de la entrega.
No se puede contar porque resulta desproporcionada.
Es única, personal e intransferible.
Como cada persona, cada relación, cada momento de estar juntos.

No podemos quedarnos de brazos cruzados, esperando milagros. 
Hay que ser proactivos.
Tal vez dependa de nuestra actitud el que otras ovejas regresen al redil de Cristo en este Adviento.
¿Te animas a salir a su encuentro?

Si me pierdo como esa oveja despistada, te pido que no te canses de salir a buscarme.
Señor, Tú me buscas cuando me pierdo, vienes a mi encuentro, no me juzgas, me llevas sobre tus hombros, curas mis heridas, calmas mi sed, me llenas de vida y de alegría, Tú me amas como soy.
¡Ven, Señor Jesús!

Ven Señor Jesús, tierna voz de Dios al corazón,
que podamos abrir nuestros oídos
para escuchar tus llamadas que nos invitan a volver al redil,
al pueblo santo que consagraste con tu amor y con tu sangre.
Ven Señor Jesús, pastor que quiere salvar a todas las ovejas,
sacúdenos de nuestra pereza
para que salgamos a la búsqueda
de lo que estaba aparentemente perdido.
Ven Señor Jesús, consuelo de Dios
que vendas nuestros corazones heridos,
que podamos consolar con el mismo consuelo
con el que fuimos consolados.

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