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Cristo vino, viene y vendrá.



«En verdad os digo 
que no ha nacido de mujer 
uno más grande que Juan el Bautista» (Mt 11, 2-11)

Hoy es el Domingo Gaudete, el domingo de la alegría. 
Encendemos nuestra tercera vela, con la ilusión y la felicidad de saber con certeza que pronto nos llegará un gran regalo … está cerca la llegada del Salvador.
La verdadera Alegría brota de la experiencia de encuentro.
De lo que vemos de bello, oímos de cierto, andamos en lo bueno, limpiamos de oscuridad, revivimos del olvido, y evangelizamos con  nuestro cariño y misericordia.
El don de la alegría florece en la vida.
El reino de Dios es una semilla que crece despacio, misteriosamente. 
Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.
Manteneos firmes.
Estad siempre alegres en el Señor.
Cristo vino, viene y vendrá. 
Dios es fiel.
Adviento es tiempo para descubrir al Señor en cada hombre y cada acontecimiento.
En cada vida humana se prolonga el misterio de Cristo.
En el necesitado, el enfermo, el desvalido. 
Y está presente allí donde se sostiene y cuida del hermano. 
Donde el mal retrocede.
Donde se ama.
'A los pobres se les anuncia el Evangelio', a los que nadie quiere, a los que nada tienen, a los que están solos y sin nada... a esos es a los que hay que acoger para acogerle, acompañar para que nos acompañe, servir para servirle...
Que tu Espíritu, Señor, nos ayude a reconocer la Iglesia -y cada comunidad- como el lugar de tu presencia, donde «los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen... y a los pobres se le anuncia el Evangelio»

Dichoso quien no se sienta defraudado por mí.
Quien sepa ver en la liberación de quienes más sufren la mano de Dios presente en la historia.
Dichoso el que se deje abrir los ojos a la novedad del Reino.
El que se deje movilizar por todo aquello que devuelve la dignidad a los últimos de las últimos.

Pregoneros y profetas

Cuando pase el mensajero
que no me encuentre dormido,
afanado en otras metas,
indiferente a su voz.
Que no sea su relato
semilla que el viento barre
o luz que a nadie ilumina.
Cuando pase el mensajero
que no le vuelva la cara
para esquivar su propuesta.

Se presentará en un libro,
en un verso,
o será estrofa de un canto
que me envuelva.
Vendrá, tal vez, en un amigo,
en un hombre roto,
o en el pan partido.
Le abriré la casa,
pondré en juego el corazón
y escucharé, con avidez,
sus palabras.

Y entonces
me cambiará la vida.
@jmolaizola


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