Envíame




“¡Poneos en camino!” 
(Lc 10,3).

Jesús envía a los discípulos a la misión con una tarea: prepararle el camino, dar testimonio de él y anunciar la buena nueva del reinado de Dios.
Lleva en tu corazón la paz de Jesús y no dejes que las dificultades y hostilidades de la vida apaguen tu gran deseo de seguir a Jesús.

EN CAMINO
Con alegría e ilusión, pero en camino.
Con dificultades y pasión, pero en camino.
Con oscuridad y temblor, pero en camino.
Con dudas y dolor, pero en camino.
Con cansancio y desprotección, pero en camino.

Envíame, Señor.
 Llévame dónde Tú quieras, por dónde Tú quieras, y cuándo tú quieras.
Estoy en tus Manos.

“Está cerca de vosotros 
el reino de Dios” 
(Lc 10,9)  

Todo mensajero prepara caminos, abre brechas al Misterio.
Todo mensajero anuncia que Dios está cerca.
Todo mensajero proclama que el amor de Dios está a la puerta, buscando quien lo acoja.
Recógete en tu interior, habita la morada más honda de tu vida, despierta tu fe para entrar en la presencia del Dios que te habita, abre tus manos y ofrécele tu vida. 
¡Qué cerca estás de mí, más que yo mismo! 
Cuando me asomo al brocal de mi pozo, veo tu rostro y el mío.
¡Gracias, mi Dios, por esperarme tanto!

Decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”.

Está cerca el Reino de Dios
poneos en camino,
caminad,
no os paréis, andad los caminos de la vida nueva,
inventad los caminos,
seguid las huellas de Aquél que viene,
poned vuestros pies en movimiento.
¿No notáis la parálisis,
el estancamiento, la invalidez, la impotencia,
el letargo?

Está cerca el Reino.  Despertad.

Moved los pies como lugar de acercamiento,
como capacidad de detenernos junto a los que nos necesitan
de proximidad a los alejados,
búsqueda del sentido
enterrad vuestros pies en señal de distancia,
de rodeos.

Detened vuestros pies

con su tendencia a escapar de los lugares de intemperie,
de dolor o de conflicto;
tan ágiles para subir y trepar hacía el éxito,
tan perezosos para acercarse
a los que viven en las cunetas de la vida.

Está cerca el Reino de los cielos,

poneos en camino.
Él es el camino.
Pon tus pies en movimiento por sus caminos y sus búsquedas,
por las rutas de sus cansancios y las sendas
hasta llegar al final.

Está cerca el Reino de los cielos

Y en este tiempo de esperanza da las gracias
por las veces que Sus pies han salido en tu búsqueda hasta encontrarte,
porque te han esperado en las encrucijadas de tus caminos,
porque han marchado delante de ti cuando no sabías por donde ibas,
porque iban de tras de ti para defenderte del peligro,
porque estaban junto a ti cuando te creías solo o sola.

Está cerca el Reino

mueve tus pies,
y camina: Levántate y comienza andar.
Andar por los caminos nuevos porque los caminos se van haciendo,
no existen de antemano,
se crean, se inventan como se crea y se inventa el Reino
cada vez que movemos los pies hacia los otros.
Mueve tus pies y comienza a derribar todas las indicaciones que
prohíben, obligan a pararte.
Mueve tus pies porque el nuevo Reino,
Y, aunque no lo parezca, todo es posible:
pararse y andar, descalzarse y despojarse,
correr y descansar.
Amén.

Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies.
Pedid a Dios que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las comunidades cristianas; religiosos y religiosas que nos recuerden la absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios.
Escuchad y llamad a otras personas.

Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta

Envíame; a los míos y a los otros,

a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.

Envíame, con tantos otros que, cada día,

convierten el mundo en milagro.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


Hoy miramos agradecidos a San Francisco del que hemos recibido de Dios el don inmenso de un poeta que cantó al sol y a las criaturas, a pesar de estar casi ciego, y que habló al corazón de los más sencillos cuando el mismo llevaba en su cuerpo los estigmas de la Pasión. 

El "dominad la tierra" del Génesis lo entendió como debe entenderse:
Somos guardeses del don de la creación, no sus dueños.
 Se nos ha confiado conservar lo que vio Dios que era muy bueno

Francisco respondió a esta invitación del Señor a ser sencillo (Mt. 11, 23-30) y se hizo "pequeño", menor, humilde y pobre, satisfecho solo con Dios.
Descubrió que el Evangelio, vivido sin rebajas, nos hace criaturas nuevas, personas resucitadas, partícipes de la verdadera humanidad del Hijo de Dios y, por consiguiente, auténticos servidores de los hermanos, de todos los hermanos.
Seamos DON para los demás y recordemos a todos que sólo Él es Omnipotente.

Francisco de Asís vivió hasta el último detalle el seguimiento de Jesús.
Renunció a su padre y a su familia.
Desposándose con «la hermana pobreza» se sintió libre para anunciar el evangelio.
Su renuncia iba acompañada de la alegría por cuanto el Señor nos ha concedido y por la belleza de la creación.

No era un santo triste.
El mundo hoy necesita nuevos locos como Francisco de Asís.
Hombres y mujeres que cuidan de la casa común, humildes, sencillos y fraternos.

Hermanos y amigos que se aman con amor entrañable, que se sirven unos a otros como una madre a su hijo querido.
Hermanos con corazón de madre.

"Hombres y mujeres que vivan en pobreza y humildad, en libres comunidades de amigos... Serán verdaderos hijos del Evangelio.
Serán hombres libres porque nada limitará su horizonte.
 Y el Espíritu del Señor soplará en ellos como quiera".
Como S. Francisco de Asís.

Basta con tener fe... en el sentido más literal de la Palabra, fiarnos un poco más de Él para proclamar con San Francisco:

 “Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres humildad, tú eres paciencia, tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres seguridad, tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres esperanza y alegría, tú eres justicia, tú eres templanza, tu eres toda nuestra riqueza y satisfacción. 
(San Francisco de Asis – Alabanza al Dios Altísimo)

Que él interceda por los más pequeños e indefensos de nuestra Iglesia y de la sociedad. Especialmente por nuestros hermanos perseguidos por ser cristianos, que sean motivo de esperanza.
Que su bendición de paz llegue a toda la tierra, pueblos, familias y corazones.



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