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Dios de la vida



«¿No habéis leído en el libro de Moisés, 
en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, 
el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”?» 
(Mc 12, 18-27).

La vida que Dios nos prepara supera nuestra imaginación

Dios es vida y no muerte; y si no, no es Dios.

Dios es amigo de la vida; cuida la vida, la levanta, la acompaña hasta la plenitud.
No deja que perezcan los que Él ama.
Cuida hoy tu vida.
Cuida la vida de los que tienes cerca.
Es una forma de alabar y de bendecir al Dios de la vida.
Encamina mis pasos hacia la vida.  

Dame tu vida.
Dame la vida.
Mi Dios, pon mi corazón junto a tu fuente.

“No es Dios de muertos, sino de vivos.” (Mc 12,27).  
No es un Dios de muertos sino de vivos.
No es un Dios de tristes sino de alegres.
No es un Dios de oprimidos sino de liberados.
No es un Dios de mentirosos sino de veraces.
No es un Dios de egoístas sino de entregados.

Gracias, Señor, porque al romper la piedra de tu sepulcro
nos trajiste en las manos la vida verdadera,
no sólo un trozo más de esto que los hombres llamamos vida,
sino la inextinguible,
la zarza ardiendo que no se consume,
la misma vida que vive Dios.

Gracias por este gozo,
gracias por esta Gracia,
gracias por esta vida eterna que nos hace inmortales,
gracias porque al resucitar inauguraste
la nueva humanidad
y nos pusiste en las manos estas vida multiplicada,
este milagro de ser hombres y más,
esta alegría de sabernos partícipes de tu triunfo,
este sentirnos y ser hijos y miembros
de tu cuerpo de hombre y Dios resucitado.

Martín Descalzo.


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