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¿Cuál de tus riquezas te impide ir con Jesús?



“Dios lo puede todo” 
(Mc 10,27).    

¿Cuál de tus riquezas te impide ir con Jesús?

Hay pan para todos cuando el reino de Dios desencadena procesos de entrega y solidaridad. 
No comiences la jornada a solas. 
Hazlo siempre con Dios. 

“Se marchó pesaroso, porque era muy rico.” 
El seguimiento a Jesús no es cuestión de cumplimiento sino de desprendimiento. 
La humildad y la sinceridad de corazón son la garantía del inicio de un cambio significativo de tu vida.

Abro mis manos y mi corazón y me dejo hacer por ti. 
Yo me hago capacidad y Tú te haces torrente de gracia.


Jesús, hoy me acerco y me encuentro ante Ti
tus propuestas me parecen inalcanzables, como al joven rico y los apóstoles
Siento que la propuesta del Evangelio está demasiado alejada de lo que yo puedo hacer,
que en la vida real no se puede vivir con esa radicalidad.
A veces tengo la sensación que no voy a poder vivir plenamente tu Evangelio.

Jesús, miraste con cariño a aquel joven rico y me miras a mí
Cuando me miras, sabes lo que necesito para seguir creciendo,
sabes de mis capacidades y de mis limitaciones,
sabes de lo que yo puedo llegar a hacer y a ser.
Me animas a ir siempre un paso más allá
y me lo pides con cariño,
sabiendo de los que soy capaz, confiando en mí.
Que yo sepa mirarme también con cariño y con confianza.

Salir del terreno conocido me asusta, Señor.
No me resulta fácil desprenderme de todo lo que me da seguridad.
Riquezas, ideologías, lazos afectivos, pequeñas costumbres que he de cambiar.
Te presento mis resistencias y dificultades para seguirte.

Ayúdame a superarlas, Jesús.
No siempre me puedo apoyar en mi fuerza de voluntad
o en el suelo firme que ya piso
Solo tu mirada y tu aliento puede tirar de mí.
No me quiero alejar de Ti, triste, como el joven rico.
Que tus deseos y los míos se vayan acercando cada día más
y pueda experimentar que, con tu ayuda, todo es posible.
 


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