Aceptar a Cristo




“Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios 
ha llegado a vosotros” 
(Lc 11,20)  

Si eres cristiano, debes estar dispuesto a aceptar a Cristo.
Sin condiciones.
¡Ábrele las puertas de tu corazón!

Señor: Tú llegas a nuestro mundo y nos invitas a abrir la puerta de nuestro corazón a todas las personas. 
Ya nos dijiste que eres Tú quien viene cuando alguien llama a nuestra puerta. 
Tu palabra es ésta: “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, Yo entrará y cenaré con él y él conmigo”. 
Señor: que sepamos escuchar tu voz, esa voz que nos llega por nuestros hermanos. 
Que abramos la puerta para acogerte a Ti, y en Ti a todas las personas.

"Que nos comprometamos seriamente a vivir tu llamada dejándonos mover por la fuerza del Espíritu.
Que quienes nos vean se sientan llamados a través de nuestra vida coherente y arriesgada; que sintamos la urgencia de un mundo que nos necesita".

Quien se dice cristiano no puede permanecer indiferente a las necesidades de los demás.

Combatir el mal, sanar, reconciliar, liberar de todo lo que esclaviza a las personas: el rencor, la tristeza, la avaricia, la envidia...
Ese es el estilo evangelizador de Jesús.
Ese ha de ser también el nuestro.

Huye del estrellato, de la pasarela, del liderazgo, de la voz cantante, de creerte el único.
Vaciedad e individualismo sofocantes.
Todo ha de ser realizado con los demás.
Todo con los hermanos, convencido hasta la médula de que somos hermanas y hermanos.
Al ritmo del pueblo.

Un día para sabernos solidarios de un mundo que renace de sus cenizas y quiere ser de y para todas y todos por igual.
No será por decreto.
Será posible con mucha fe y pasión; con sudor, lágrimas y generosidad; con alegría y compromiso diarios.
Mujeres y hombres unidos.
Ser uno.

“Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa.”
Está claro que el mayor enemigo de un cristiano y de la Iglesia está siempre dentro; las amenazas externas son insignificantes.

Por aquí anda el pecado contra el Espíritu: decir que Jesús no traía salvación sino demonio, impedir que hablen los que siempre han estado callados.
¿Hasta qué punto eres responsable del silencio cómplice del demonio?
Déjate acompañar por hermanos de la comunidad para que el reino se haga presente en ti. 

Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Líbranos de las guerras entre hermanos, de las envidias y celos dentro de la comunidad cristiana.
Enséñanos a correr todos a una.
Hágase tu voluntad.
Amén. 

Es tiempo de EUCARISTÍA, de acción de gracias, de memoria agradecida.

Día Internacional de la Mujer:
“La mujer es armonía, es poesía, es belleza.
Sin ella, el mundo no sería tan hermoso, no sería armonioso.
Y me gusta pensar, dice Francisco, que Dios creó a la mujer para que todos tuviéramos una madre.”
¡Felicidades!


Salmo de serenidad

Señor, sabemos que tú
has sido siempre para nosotros
un Dios fuerte y verdadero.
Los ídolos de este mundo
no pueden competir contigo.
Tú llenas nuestro corazón
y haces de nosotros
un pueblo vivo en la alegría,
testigos de tu amor eterno.
Gracias, Señor de la serenidad,
por alentar nuestros pies cansados,
por animarnos en la lucha.
Tú, Señor, amigo entrañable,
ayuda y protege a los pobres,
libera a todos los que se sienten
explotados y oprimidos.
No permitas que nos alejemos de ti.
Encamina nuestros corazones
hacia la vida verdadera,
hacia el amor sencillo.
Señor de la serenidad,
ayúdanos a encontrarte
en todos los baches del camino,
en todas las encrucijadas
de la historia. 
Amén.


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