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Señor, dame un corazón humilde y confiado,



“Mis ojos han visto a tu Salvador” 
(Lc 2, 22-40)



A los cuarenta días de su nacimiento Jesús fue presentado en el templo para cumplir la ley.
Así se acerca a los pobres.
Impulsados y habitados por el Espíritu Santo, llegaron también al templo dos ancianos llenos de esperanza en el corazón: Simeón y Ana  que cambian el guion del episodio de la presentación al Templo.
Son capaces de ver más allá.
Han ido al Templo porque el Espíritu les ha impulsado y fieles a Él ven en un niño recién nacido la salvación de Israel.
Las grandes verdades no siempre son fruto de mentes sabias.
Las grandes verdades nos llegan a través de las personas que han puesto su vida en manos de Dios.

- Señor, que sepa aprovechar la sabiduría de la gente mayor.

Al conocer al Salvador cantaron llenos de alegría la llegada de la Luz a la humanidad.  

Te doy gracias, Jesús.
Tú despiertas en mí la gracia.
De mi barro haces una vasija nueva.
Con tus dones enriqueces mi pobreza.
Te doy gracias, Jesús.
¡Cuánto me amas! 

Hoy Fiesta de la Presentación del Señor.
Te pedimos, Madre, que nos presentes hoy en el templo junto a Jesús, tú que nos amas y sabes lo que necesitamos.

Jesús, al verte el anciano Simeón cantó de alegría, porque supo que eras la Luz del mundo.
Te pedimos que, como María, podamos llevar tu presencia a quienes se encuentran más tristes para que los ilumines con tu esperanza.
En los brazos de María, que Cristo Dios nos haga caminar seguros y tranquilos como Él caminaba dormido en su regazo, guiado por la voluntad del Padre.


Señor, dame un corazón humilde y confiado,
como el de Simeón y Ana, como el de María.

Ellos no tenían nada y, precisamente por eso,
se acercaban a Ti, ponían toda su confianza en Ti,
observaban la ley, cumplían tu voluntad.

No deseaban otra cosa que encontrarse contigo;
tenían un corazón limpio y una mirada transparente,
capaz de reconocerte en un recién nacido,

Señor, líbrame de la idolatría de las riquezas.
Ayúdame a compartir con generosidad lo que tengo,
No dejes que tenga otro Dios fuera de Ti.

No permitas que me apoye demasiado en las personas,
tampoco en mis propias fuerzas.
Qué sólo confíe plenamente en Ti, Señor.

Dame sabiduría y fuerza para ser pobre y libre,
purifica mi corazón de todo deseo que me aparte de Ti,
para estar abierto del todo a la plenitud de tu Amor.

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