Misioneros de la alegría




“Dejáis a un lado el mandamiento de Dios 
para aferraros a la tradición de los hombres”. (Mc 7, 1-13).  

¡Qué lejos están a veces las palabras, del corazón! 
Convendría callar, mientras nos nace una palabra nueva. 
Para que haya fuentes en el desierto tiene que haber pozos escondidos en la montaña. 
A Dios le agrada nuestra verdad aunque sea pobre. 
¿Cuándo aprenderemos a ser misioneros de la alegría?  

Ninguna tradición, ningún culto está por encima del mandamiento del amor.
Sin amor, todo rito está vacío.
Una religiosidad que no tenga su centro en el amor, es pura fachada.

Dios no mira las apariencias sino el corazón.
Es en el corazón donde nacen prejuicios, odios, envidias...
Es el corazón el que necesita el agua nueva del Espíritu que lo purifique y limpie de negatividad.

A los que estén duros y resecos, les daré tu ternura. 
A los que hayan perdido la alegría de vivir, les ofreceré tu música, Señor.


Señor, ayúdanos a descubrir nuestras incoherencias,
a no justificar nuestros errores y pecados,
a no acostumbrarnos a nuestra mediocridad.

Compartimos una parte de nuestro dinero,
pero nuestro estilo de vida sigue siendo consumista.

Empleamos tiempo y dinero para arreglarnos por fuera,
pero ¡qué poco cuidamos nuestro interior!

Hablamos mucho de justicia y solidaridad,
pero muy pocos pobres tienen sitio en nuestra casa y en nuestro corazón.

Apoyamos el reciclaje, el medio ambiente, la ecología;
pero seguimos generando toneladas de basura.

Defendemos mucho nuestros derechos,
pero casi no hacemos nada por las personas "sin-derechos".

Acudimos a reuniones, nos gusta encontrarnos con los demás,
pero nuestra vida es demasiado individualista.

Participamos de vez en cuando en oraciones y celebraciones,
pero no nos acabamos de fiar de Dios.

(Cada uno piense cuáles son sus incoherencias personales)

Señor, sabemos que Tú nos quieres tal y como somos,
que tu amor es mucho más grande que nuestra incoherencias;
¡Cuánto te agradezco que me ames, a pesar de todo!

Danos tu luz y tu fuerza para superar contradicciones
para acercarme cada día a lo que tú has soñado para mí,
para que se puedan cumplir nuestros mejores deseos,
para trabajar por la verdad, la justicia y la paz,
para que crezcan en nuestro corazón la alegría y la esperanza.
Amén.

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