María enséñanos a cumplir la voluntad de Dios



“El que haga la voluntad de Dios, 
ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”. (Mc 3, 31-35).

Lo que dice Jesús, lo que hace, las personas con las que se junta, su forma de hablar de Dios, de la familia, de tantas cosas le acarrea hostilidad. Su palabra alumbra oscuridades, denuncia mentiras.
El Espíritu va reuniendo en torno a él una nueva familia de hermanos y hermanas.
En Jesús no hay fronteras, acoge a todos y a todas como regalo del Padre.  

Hay familia donde se comparte el pan y la sal, el vino y la palabra, las lágrimas y la esperanza. 
Los vínculos familiares van más allá de los parientes carnales.
Existe una fraternidad nacida de un nuevo nacimiento en el Bautismo.

Podemos decir que María es madre de Jesús por doble motivo: porque lo dio a luz y porque ninguna criatura cumplió la voluntad de Dios como ella.

"María enséñanos a cumplir la voluntad de Dios"


La presencia del Espíritu, Señor, alienta nuestra vida.
 Su verdad nos hace libres.
 Su fortaleza adiestra nuestros pasos en el camino de tu voluntad.  

- Señor, que tu voluntad sea la mía.

Que en todo, como María, solo busque hacer tu voluntad.


Señor, has dicho: Mi madre y mis hermanos son éstos:
los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.

Gracias por considerarnos miembros de tu familia,
porque quieres ser nuestro hermano,
por darnos como madre a María.

Gracias por ser de la familia de San Francisco,
Santa Teresa, la madre Teresa de Calcuta
y el arzobispo Romero.

Gracias por ser de la familia
de todas las personas que hoy han comenzado
a trabajar por sus hijos, por su barrio,
por su comunidad, por la gente más necesitada.

Dame unos oídos bien abiertos
para escuchar tu palabra en la Biblia,
en la conciencia, en los pobres...
y una voluntad decidida para ponerla por obra.

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