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Dios te regala una señal siempre nueva: Jesús.






“Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, 
lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación” 
(Lc 11,30)    

El profeta Jonás representa a los judíos que pensaban que la bendición de Dios únicamente era para el Pueblo Elegido. 
Jesús recuerda a sus oyentes que nadie tiene preferencia. Comprenderá el mensaje y verá auténticos milagros quien esté dispuesto a cambiar de vida y dar testimonio del evangelio. 
En la actualidad ser cristiano es poco valorado.  

Sólo podemos convencer a «esta generación» por nuestro estilo de vida y por nuestra capacidad de acogida.
• Señor, crea en mí un corazón puro.

La caravana de refugiados que abandonan sus pueblos en busca de una vida mejor es un signo de los tiempos. 
La insistencia del papa Francisco en que   
“Llevemos  adelante la cultura de la vida como respuesta a la lógica del descarte”, es otro signo de los tiempos. 

Dios te regala una señal siempre nueva: Jesús. 

El signo de Dios es su perdón y misericordia

Todo lo de Jesús es vital: su forma de tratar a los pobres, sus gestos, su coherencia, su entrega total.   

Donde tú estás Jesús, siempre hay vida. 
Tú eres la respuesta a nuestras necesidades más profundas. 
Tú estás presente en nuestra tarea misionera.   

Se necesitan cristianos valientes, comprometidos. 
Que sepan ofrecer la alegría del Evangelio en nuestro mundo 


 “Danos Señor un corazón y unos ojos nuevos
  para descubrir y agradecer las maravillas
  que haces en los corazones de las personas
  y en la historia de mundo.
  Y danos la fuerza de tu Espíritu
  para que no pase esta Cuaresma
  sin habernos convertido un poco más a Ti”

Yo se que me quieres, Señor, porque eres bueno.
Porque tienes un corazón sensible, perdóname;
limpia mi vida de todos mis pecados
y de mis continuas caídas, levántame.

Que alegría tan grande saber que eres mi Padre,
y que juzgas a todos con misericordia.
Dame tu abrazo de perdón y tu amor cambiará mi corazón,
sé mi amigo y caminaré siempre en tu presencia.

Devuelveme el gozo y la alegría, que toda mi vida salte de gozo.
Somos amigos: olvida el mal que hice,
ayúdame con tu amistad a renovarme
y haz que nunca más me separe de Ti .

Que nazca en mí, como una fuente, un corazón puro,
y que una voluntad firme crezca en mi.
Quiero ver tu rostro alegre a mi lado,
y que tu fuerza me acompañe siempre, Señor.

Dame alegría de tu salvación
y un corazón generoso para amarte toda la vida.
Les diré a mis amigos que tus caminos son formidables,
y a los que pecan sin conocerte, lo bueno que Tú eres.

Dame vida, pues yo amo el vivir,
Tú que eres el Dios de la Vida,
y con ella diré a las gentes que contigo todo es posible.
Abre mi corazón y mis labios para decirte cuánto te quiero.

Ya sé que no te contentas con poco
y que no quieres de mí palabras vacías.
Lo que me pides es un corazón arrepentido;
un corazón sincero y noble es lo que quieres.

Sé bueno conmigo y con los otros
y fortalece nuestras vidas indefensas.
A Tí te ofrecemos nuestra vida cada día,
todo lo que somos y tenemos, todo es tuyo.

Devuélvenos, te lo pedimos, el gozo y la alegría,
y toda nuestra vida salte hoy en fiesta.
Somos amigos: olvida el mal que hemos hecho
y ayúdanos con tu amistad a convertirnos.

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