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Vivir en cristiano es un servicio de amor.




“El que quiera venirse conmigo, 
que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mc 8,34)

Dar la vida por Jesús en lo cotidiano con amor

Jesús tiene claro que ante su mensaje, la sociedad injusta va a reaccionar de forma violenta. 
Lo sabe y no se lo oculta a los suyos. 
Jesús pone las condiciones para el seguimiento, para la construcción de la ciudad nueva: renunciar a toda ambición y rivalidad y aceptar hasta lo último, como Jesús, la hostilidad de la sociedad injusta. 
Cuando seguimos a Jesús, nuestro destino es el mismo que el de él. Nos jugamos la vida siendo los primeros en servir, arrodillándonos a los pies de los más pobres, los sufrientes, los excluidos.

Jesús, contigo, me pongo al servicio de los necesitados.  

Vivir en cristiano es un servicio de amor. 
Todo servicio supone desgaste físico y psicológico: saber estar cuando el qué dirán nos ataca. 
Saber tender una mano cuando la mayoría se limita a juzgar. 
Saber distinguir entre lo permitido y lo que es más aceptable moralmente... 
Son formas de perder la vida por el evangelio.

- Señor, cimienta mi vida en la humildad, 
edifícala en la concordia y consérvala en la pobreza.

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