Ir al contenido principal

¿Somos lámparas encendidas o apagadas?



Queridos hermanos y hermanas:

En el Evangelio de este domingo, que viene inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos: "vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo "(Mt 5, 13.14).

Esto nos sorprende, si pensamos quienes eran los que estaban delante de Jesús cuando dijo estas palabras.

¿Quiénes eran los discípulos?

Eran pescadores, gente simple...

Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y su declaración se entiende como resultado de las Bienaventuranzas.

Su significado:

¡Si eres pobre en espíritu, manso, misericordioso, puros de corazón... eres la sal de la tierra y la luz del mundo!

Para entender mejor estas imágenes, tenga en cuenta  la ley judía prescrita que pone una pizca de sal sobre cada oferta presentada a Dios, como un signo de Alianza.

La luz, entonces, Israel era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo.

Los cristianos, el nuevo Israel, reciben una misión contra todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar la humanidad fructífera.

Todos nosotros bautizados, somos discípulos y misioneros y estamos llamados a ser en el mundo un Evangelio viviente: con una vida santa "probará" a los diferentes ambientes y los defenderá de la corrupción, como lo hace la sal; y traerán  la luz de Cristo con el testimonio de una genuina obra de caridad.
Pero si los cristianos pierden sabor y se apagan, su presencia pierde efectividad.
 

El Papa Francisco en el Ángelus de hoy

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...