Señor Dios, Amado mío: si todavía te acuerdas de mis
pecados para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en
ellos, Dios mío, tu voluntad, que es lo que yo más
quiero, y ejercita tu bondad y misericordia
y serás conocido en ellos.
Y si es que esperas a mis obras para por ese medio
concederme mi ruego, dámelas tú y óbramelas, y las
penas que tú quisieres aceptar, y hágase. Y si a las
obras mías no esperas, ¿Qué esperas, clementísimo
Señor mío? ¿Por qué te tardas? Porque si, en fin, ha
de ser gracia y misericordia la que en tu Hijo te pido,
toma mi pobreza pues la quieres, y dame este bien,
pues que tú también lo quieres.
¿Cómo se levantará a ti el hombre engendrado
y criado en bajezas, si no le levantas tú, Señor,
con la mano que le hiciste?(Y es que)
Míos son los cielos y mía es la tierra; mías son las
gentes, los justos son míos, y míos los pecadores; los
ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas
son mías, y el mismo Dios es mío y para mí, porque
Cristo es mío y todo para mí.
Pues ¿Qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto
y todo es para ti. No te pongas en menos ni repares en
migajas que se caen de la mesa de tu Padre. Sal fuera,
y gloríate en tu gloria; escóndete en ella y goza,
y alcanzarás las peticiones de tu corazón. Amén.
San Juan de la Cruz
Amén, amén amén.
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