Una homilía de San Leandro

HOMILÍA A LA CONCLUSIÓN DEL III CONCILIO DE TOLEDO
“Regocíjate y alégrate, Iglesia de Dios,
gózate porque formas un solo cuerpo para Cristo. Ármate de fortaleza
y llénate de júbilo.
Tus aflicciones se han convertido en gozo.
Tu traje de tristeza
se cambiará
por el de alegría.
Ya queda atrás tu esterilidad y pobreza.
En un solo parto
diste a Cristo innumerables pueblos.
Grande es tu Esposo,
por cuyo imperio eres gobernada.
Él convierte en gozo tus sufrimientos
y te devuelve a tus enemigos convertidos en amigos.
No llores ni te apenes,
porque algunos de tus hijos
se hayan separado de ti temporalmente.
Ahora vuelven a tu seno gozosos y enriquecidos.
Fíate de tu cabeza, que es Cristo.
Afiánzate en la fe.
Se han cumplido las antiguas promesas.
Sabes cuál es la dulzura de la caridad y el deleite de la unidad.
No predicas sino la unión de las naciones.
No aspiras más que a la unidad de los pueblos.
No siembras más que semillas de paz y caridad.
Alégrate en el Señor,
porque no has sido defraudada en tus sentimientos.
Pasados los hielos invernales y el rigor de las nieves,
has dado a luz, como fruto delicioso,
como suaves flores de primavera,
a aquellos que concebiste entre gemidos
y oraciones ininterrumpidas.”

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