En cada uno de nosotros conviven una Marta y una María: la que vive nerviosa y dispersa, y la que elige centrarse en Dios viviendo desde la escucha.
Marta anda muy afanada en muchos servicios. María se sienta junto a los pies del Maestro. Lo afanes son necesarios para servir, sin que lleguen al activismo, la inquietud ni la preocupación. Escuchar la Palabra es necesaria para dar sentido a lo que hacemos.
Ponerse a los pies de Jesús es adoptar la actitud propia del discípulo que escucha a su Maestro. Tenemos muchas preocupaciones, pero la única ocupación necesaria es escuchar la Palabra de Dios y hacerla vida. Ponerse a los pies del Maestro es todo lo que el discípulo necesita.
"María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada." Escojamos cada día la parte mejor. Siempre se nos presentan infinidad de ofertas a elegir. Hay planes, planazos, o simplemente vivir. Elegimos bien al acoger al otro. Al escucharle, la hospitalidad como forma de vida. Acoger luces y sombras. Alegrías y duelos. María eligió "ser", Marta "hacer". El resultado es diferente. Una estaba del todo atenta a Jesús. La otra agobiada, exigente, enfadada. Es tan corta la vida y pasa el tiempo tan rápido que o elegimos bien, o se nos pasa el arroz entre protestas interiores y silencios incómodos.
«La mejor parte»
Se nos pelean, dentro,
Marta la infatigable,
y María, la silenciosa.
La que sirve, se lamenta:
Nadie ayuda,
mucho esfuerzo,
poco aprecio.
La que escucha, se exaspera:
Malas caras,
exigencias,
nunca hay tregua.
Si en lugar de luchar bailasen,
¡qué fiesta!
Que baile el servicio con el sentido,
la eficacia con el encuentro,
el deber con la gratuidad.
Que la palabra sea lluvia
cayendo sobre la entrega.
Que la misión sea respuesta
a una palabra de amor.
Que la compasión no pase factura,
ni un abrazo negocie caricias de vuelta.
La música está sonando
pero a veces hay que pararse
y atender
como por vez primera.
@jmolaizola
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