Ir al contenido principal

Enséñame

 


 
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón 
y con toda tu alma y con toda tu fuerza” 
y con toda tu mente. 
Y “a tu prójimo como a ti mismo”. 
(Lc 10,25-37).

Es simple. Amar a aquel de quien lo recibimos todo. Y compartir gratis lo que gratis recibimos. Para ello hay que volver a nacer. Morir a una vida donde yo soy el que mando y resucitar a volverme acogida

de sus dones. Cambiar de sistema operativo. Dejar de sentirnos protagonistas de todo y ceder ese puesto al que nos hace a todos uno. Estando atentos a las necesidades del otro. Haz eso y vivirás.

Si realmente queremos alcanzar la vida eterna, no podemos imitar a los que son insensibles ante el dolor ajeno, los que dan un rodeo por no detenerse ante los abandonados en las cunetas de la vida. Imitemos al buen samaritano, conmovido por el dolor y lleno de misericordia.


¿Quién es prójimo? «El que practicó la misericordia con él» Ser prójimo es mirar con compasión al que sufre, al que tiene una necesidad. Estamos llamados a ser prójimo, a bajarnos de nuestro bienestar o privilegio para curar y atender al que sufre.  El prójimo sabe cambiar el camino de su vida y dar la vida por el hermano que lo necesita. Es una persona que no es indiferente ante lo que sucede a su alrededor.

No hacer daño
No pasar de largo ante el dolor ajeno
Ayudar con generosidad
Dejarse ayudar con humildad
4 lecciones sobre el prójimo.

Queremos vivir atentos a los caídos en el camino. Pero recuerda, también cada uno de nosotros es el hombre herido y Jesús, el samaritano que se acerca y nos cura.

 
Señor, enséñame a amar como Tú amas.
Ayúdame, Señor, a acercarme al necesitado, 
sea de donde sea, a no pasar de largo.
Señor, enséñame a reconocer y ayudar al prójimo 
con corazón misericordioso y sin prejuicios.
Que pueda ver a cada persona como mi prójimo 
y sepa actuar con compasión 
y misericordia en todas mis acciones.
Llena mi corazón de tu amor.
 

 


 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...