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Vivir y anunciar el Evangelio





“¡Poneos en camino!” (Lc 10,3) 
Celebramos hoy la fiesta de San Lucas, evangelista.
El autor del Evangelio más humano y más tierno.
El Evangelio de la humanidad de Dios.
El Evangelio de la ternura del corazón de Dios.
Y el Autor de la historia de la Iglesia naciente.
Es el autor de la bondad, del Espíritu, del amor y de la iglesia.
Y la Liturgia le aplica esta página de su mismo Evangelio.
El Evangelio del envío.
El Evangelio del camino.
El Evangelio de la debilidad de los primeros predicadores.
El Evangelio de los enviados como “corderos”, pero “entre lobos”.
El Evangelio de los enviados marcados con la señal de la debilidad pero entre lobos.
El Evangelio de los desnudos que no necesitan nada, que les basta el Evangelio solo.

La palabra de Dios de la fiesta de S. Lucas recuerda que la misión de anunciar el Evangelio no es sólo para un pequeño grupo.
Setenta y dos indica a todos los discípulos de Jesús. Se subraya también (2 Timoteo 4,9-17ª) la importancia de la fraternidad, del compromiso con quien sufre y de la ayuda mutua en las dificultades: lo que hace Lucas junto a Pablo encarcelado.
Esto es también una forma de proclamar el Evangelio, como tantas obras de misericordia que podemos hacer cada día.

Ayuda, Señor; a cada cristiano, a encontrar su modo propio de vivir y anunciar el Evangelio,
 
Jesús envía a los discípulos a la misión con una tarea: prepararle el camino, dar testimonio de él y anunciar la buena nueva del reinado de Dios.
Lleva en tu corazón la paz de Jesús y no dejes que las dificultades y hostilidades de la vida apaguen tu gran deseo de seguir a Jesús.  

Envíame, Señor.
Llévame dónde Tú quieras,
por dónde Tú quieras,
y cuándo tú quieras.
Estoy en tus Manos.



Nuestra misión, hoy como ayer, es ser mensajeros de la paz y bendición que para el hombre y el mundo actuales traen el anuncio y el testimonio de la salvación por Cristo.

Te bendecimos, Dios de los apóstoles y profetas, por Jesucristo, tu primer enviado en misión de paz para anunciar a los pobres el gozo de la liberación, para curar los enfermos y cosechar la mies abundante.
Cristo delegó su misión a los suyos, a nosotros, desde entonces evangelizar es la vocación de la Iglesia Él nos quiere disponibles, con la libertad de la pobreza para regalar a los demás lo que tú nos das gratis.
Libéranos, Señor, de tanto bagaje inútil que nos instala y entorpece en el anuncio del Reino, para que no perdamos el ritmo de la misión.

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