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Tengo que seguir mi camino




 “Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar” 
(Lc 13, 33)  

El evangelio de hoy habla de la libertad de Jesús ante las amenazas.
Si Herodes era un peligro, el pueblo —representado por Jerusalén— no está a la altura del amor de Dios ni de sus enviados.
Así como Jesús se dirige decididamente a Jerusalén, la comunidad de sus discípulos debemos caminar siempre hacia una fidelidad mayor al Evangelio. Reconociendo con sinceridad que nunca estaremos a la altura del Maestro.

- Señor: tu libertad y coraje ponen en evidencia nuestras cobardías y claudicaciones.
Que no nos cansemos de renovar la fidelidad a ti y al Reino.
Jesús se encamina hacia su muerte libremente, por amor y quiere que libremente también acojamos su salvación.
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Escoge vivir bajo su amor y  camina en paz hacia la meta.
Cúbreme con tu sombra, Señor, nada temeré en el camino.
Y bendeciré tu nombre, ante mis hermanos.

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Gracias, Señor.

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SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)