“¡Ay de vosotros!
(Lc 11, 47)
Jesús muestra cuál es la auténtica postura de amor
frente al mero cumplimiento externo de normas y ritos, que asfixian a la
persona.
No juzgues a las personas por sus apariencias
externas, porque te equivocas casi siempre.
Lo que agrada a Dios es un corazón humano, sincero
y compasivo.
Tú, Señor, eres el camino del amor que avanza en medio de nosotros.
Tú llamas a todo ser humano para que vaya a ti, fuente de Vida.
No cuesta entender la reacción final de los
escribas y fariseos después de todo lo que Jesús les ha dicho.
Lo que quizás
cuesta más es no caer en actitudes semejantes.
El Papa Francisco lo llamaría mundanidad
espiritual:
«Dentro del Pueblo de Dios y en las distintas comunidades,
¡cuántas guerras! La mundanidad espiritual lleva a algunos cristianos a
estar en guerra con otros cristianos que se interponen en su búsqueda de poder,
prestigio, placer o seguridad económica.»
- No permitas, Señor, que seamos barrera o piedra de tropiezo que impida a nuestros hermanos llegar a ti.
Señor:
Que no sea de los que, con mi vida cierro la puerta a los sencillos.
Que no sea de los que, con mi testimonio cierro la puerta a los débiles.
Que cada día, mi vida sea un abrir la puerta que conduce a ti.
Que cada día, mi vida sea como la puerta grande por otros muchos puedan entrar.
Que mi vida sea camino.
Que mi vida sea luz.
Que mi vida sea puerta.
Que no sea de los que, con mi vida cierro la puerta a los sencillos.
Que no sea de los que, con mi testimonio cierro la puerta a los débiles.
Que cada día, mi vida sea un abrir la puerta que conduce a ti.
Que cada día, mi vida sea como la puerta grande por otros muchos puedan entrar.
Que mi vida sea camino.
Que mi vida sea luz.
Que mi vida sea puerta.
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