“Guardaos de toda clase
de codicia” (Lc 12,15)
La vida, afirma Jesús, no
depende de la abundancia de los bienes materiales; pero muchas veces somos como
el rico de la parábola que pone su confianza en los bienes y cosechas.
¿Atesorar para sí o ser
rico ante Dios?
Es el dilema que
encontramos en el evangelio, a partir de la pretensión del qué se dirige a
Jesús.
La forma de pensar del
hombre que ha tenido una buena cosecha retrata al egoísta que piensa sólo en sí
mismo y en su goce inmediato.
Deja que esta enseñanza de
Jesús se haga vida dentro de ti:
‘Para Dios es rico quien
se desprende de lo que tiene’.
El mejor ejemplo de ser
ricos a los ojos de Dios lo vemos en la existencia humana de Jesús.
También nos ayuda recordar
las obras de misericordia para con los necesitados.
Mis pobres y torpes
manos quieren parecerse a las tuyas.
Dame fuerzas,
Señor, para que permanezcan extendidas acogiendo entre sus palmas a los
más necesitados.
- Señor: que la lectura frecuente del Evangelio ayude a preguntarnos qué hacemos de nuestra vida, y cómo ayudamos a los hermanos.
Líbrame de la codicia de acaparar mucho poder y hazme servicial, como Tú.
Líbrame de la codicia de desear muchos caprichos y hazme austero, como Tú.
Líbrame de la codicia de ser famoso y hazme pasar por uno de tantos, como Tú
Líbrame de la codicia de poseer a las personas y ayúdame a buscar la libertad de todos, como Tú.
Líbrame de la codicia de querer ser el mejor y hazme ser hoy mejor que ayer, con tu ayuda.
Líbrame de la codicia de buscar continuamente el placer y haz que busque sólo el Amor, contigo.
Líbrame de la codicia de hacer muchas cosas y ayúdame a cumplir la voluntad del Padre, como Tú.
Líbrame de la codicia de pretender ser un salvador y hazme humilde colaborador tuyo.
Ayúdame, Señor, a poner mi confianza en ti y en las capacidades que me has dado.
Amén.
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