En este día del año 1571 tuvo lugar la batalla de Lepanto contra los turcos. La victoria de Occidente fue atribuida al auxilio de la Virgen invocada en la oración del rosario, que desgrana la contemplación del lugar de María en la Historia de la Salvación:
«Para escuchar al Señor, es necesario aprender a
contemplarlo en el rosario.
Recitando el Avemaría, se nos conduce a contemplar
los misterios de Jesús, para que, a través de María y José, Él sea el centro de
nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y acciones» (Papa Francisco).
Dios mira a María con amor y la llena de gracia; la
convierte en mujer nueva, fecunda; siembra el proyecto del reino en su corazón
virgen.
Mira a María de Nazaret cómo acoge el Plan de Dios en su vida, sin
entender nada de nada, con total abandono y confianza en la Palabra y en la
fuerza del Espíritu Santo.
Quiero decir si, al Plan de Dios en mi vida, como tu
María.
Quiero abandonarme en Él, tal y como soy, como tú María.
Quiero
dejarme modelar por la fuerza de la Palabra, como tú María.
- Señor: que tu Espíritu llene nuestra vida, como llenó
la de María, para que el mal no tenga cabida en ella.
Gracias, Nuestra Señora del Rosario, por habernos acogido
como a hijos e hijas.
Gracias porque Jesús nació de Ti, y es "nuestro
hermano mayor" y "nuestro amigo".
Gracias porque eres "Madre de Dios y nuestra
misericordiosa Madre".
Haz de nosotros, de nosotras: verdaderos testigos del
amor de Dios y de la resurrección de Jesús.
Que descubramos y veneremos a Cristo, vivo y presente, en
toda persona.
Que seamos cercanos y solidarios con los que sufren: enfermedad,
injusticias, marginación o soledad.
Que veamos el mundo como la "GRAN FAMILIA DE
DIOS", y como la "Comunidad salvada y redimida" por Jesús,
nuestro Salvador y Redentor.
Que tratemos a toda persona humana como nos gustaría
tratar a Jesús.
Te lo pedimos a Ti, "Nuestra Señora del
Rosario", que eres Madre de Dios, la Omnipotencia suplicante, la Llena de
gracia y nuestra Madre.
Amén
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