“Tengo que pasar por un
bautismo,
¡y qué angustia hasta que se cumpla!
(Lc 12,50)
Jesús camina hacia
Jerusalén en obediencia a la voluntad del Padre afrontando decididamente toda
oposición.
Tu encuentro con el Señor
suscita una respuesta de fe que puede crear división con otros valores del
mundo.
¡Cómo quisiéramos, también
nosotros, ver que el fuego del amor de Dios y de su Espíritu mueve las
relaciones entre las personas y los pueblos!
Esta divina impaciencia de
Jesús tendría que contagiarnos y movilizamos.
Ante él hay que decidirse,
y ayudar a decidirse, aunque esto sea a veces doloroso.
No podemos conformarnos
con una «paz» que deje a las personas indiferentes ante los grandes retos del
mundo.
- Señor Jesús: ¡que esté muy vivo en tu Iglesia este fuego que has venido a prender a la tierra!
- Señor Jesús: ¡que esté muy vivo en tu Iglesia este fuego que has venido a prender a la tierra!
¡Que ella actúe siempre
movida por tu Espíritu!
Enciende en mi corazón
la llama de tu amor, bautízame con tu Espíritu Santo, pera ser testigo de tu
amor y de tu paz en el mundo.
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