“Mirad: hay últimos que serán primeros
y
primeros que serán últimos” (Lc 13 30)
La pregunta del evangelio
puede ser fruto de la constatación de que los seguidores de Jesús no son
muchos.
O de pensar que la
salvación es patrimonio exclusivo del pueblo de Israel.
Jesús no quiere responder
directamente, sino motivar el interés por vivir ya desde ahora los valores del
Reino.
Pide la decisión personal
a su favor, no basta con «escuchar» su palabra.
Por otro lado, el deseo de
Dios es que todos puedan sentarse a su mesa.
- Gracias, Padre, por invitarnos a sentarnos a la mesa en tu Reino.
Que seamos dignos de
ello.
Jesús, caminando hacia
Jerusalén, nos sorprende con su enseñanza.
No nos podemos confiar, la
llave de la salvación pide una conversión interior.
No basta con comer y beber
ocasionalmente con Jesús.
Tendremos algunas sorpresas.
Atrévete a pedirle al Buen
Ladrón, uno de esos últimos que fueron primeros en el Reino, que te enseñe la
verdadera actitud interior que te alcance la salvación.
Tú Señor, sigues
atravesando nuestras ciudades enseñando.
Tu mensaje nos parece duro,
la puerta estrecha. Pero sólo se trata de acoger tu misericordia.
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